6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

Crónica urbana

Entre la tolerancia y el miedo

Crónica Urbana

1.-Según noticia periodística, en Tamaulipas ruedan cien mi carros «chocolate». O sea chuecos, de toda índole. Eso de índole es como que duele. Porque si esa enorme cantidad de carros desperdigan necesidades, placeres, humo y deshuesaderos, responden a una gran tolerancia por parte de la autoridad federal que se hace de la vista gorda. Son los autos «chocolate» la respuesta de una clase media muy necesitada y golpeada por la economía desde hace más de treinta años. Una clase social que antes gozaba de los privilegios, accesibles de un sistema que por décadas fue complaciente con la clase media, al grado de que progresó y disfrutó de las mieles de la Revolución Mexicana.

Tolerancia con los automóviles chuecos que han sido un desfogue placentero para la economía perdida de los Estados Unidos, porque lo que antes pasaba en las enormes prensas a convertirse en toneladas de chatarra directa a los fundidoras de acero, ahora son un producto rentable y que genera un magnífico mercado desde el norte al sur de la Unión Americana.

Es decir, una economía mancomunada a la economía mexicana en la tolerancia de los autos, de miles de autos «chuecos» que circulan en el País.

Violando todos los reglamentos y algunas veces convertidos en objetos de placer y lucro, ligados a una gran cantidad de delitos; sin embargo, responden a una necesidad imperiosa para transportar a una clase media venida a menos y a un bastión de pobres que carcomen sus faldas.

2.-Entonces existe tolerancia de una política económica incapaz de hacer planteamientos dentro de la ley.

Pero se agrega otro síntoma: el miedo que tiene el poder a un descontento masivo de una clase media que carga la paleta de todos los males y descuidos de una economía bañada por la corrupción y por los graves errores de planificación.

Así, tolerancia y miedo, concatenados en un escudo social de la clase media que hace como que cumple y las leyes que hacen como que se aplican.

Esa es la realidad, en esos cien mil, millones de carros chuecos. Tras la mascarada está el engaño, el autoengaño de que es un mal necesario.

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