De ser cierta la versión, lo que resta de este año podría convertirse en Tamaulipas en una cacería de quienes aún piensan que los últimos días de un gobierno se siguen definiendo como “El Año de Hidalgo”.
Conforme a funcionarios de la Contraloría General del Estado y a denuncias todavía sin formalizar, un malestar recorre al personal de mediano nivel en diversas oficinas y dependencias de la administración estatal, debido a que algunos servidores públicos –de Director General y Subsecretario para arriba– han empezado a centralizar decisiones que hasta unos meses atrás resolvían con acierto simples directores de área y jefes de departamento.
Lo sensato sería –y merecería un aplauso si es así– pensar que lo hacen porque pretenden asegurar el éxito de los programas oficiales, pero la molestia y también el motivo de una inminente investigación de la Contraloría se derivan del aparente objetivo real de las autoridades bajo sospecha, que es, dicen, espulgar cada acción que conlleve manejo presupuestal para tratar de obtener un beneficio personal.
Sería grave sin duda si esa visión se estuviera aplicando y más preocupante aún sería porque no sólo afectarían al erario, sino porque en ese afán de lucro muchas decisiones que antes se tomaban de forma expedita por mandos medios, hoy se empantanan ante la tardanza de quienes intentan llevar agua a su molino, con un resultado letal en la tarea de concretar a tiempo apoyos comunitarios.
No merece eso el gobernador Egidio Torre Cantú.
En el transcurso de los cuatro años y medio que lleva su gestión ha sido una prioridad agilizar todas las acciones que conlleven un beneficio social. Han sido tiempos difíciles para Tamaulipas y sobre esa realidad, la administración que encabeza el Gobernador ha trabajado diariamente para hacer más eficiente y desde luego oportuno, el gasto en todos sus ámbitos.
Que hoy –insisto, si es cierto el trascendido– un grupo de servidores públicos confunda su función y no entienda el espíritu de trabajo aplicado por el Ejecutivo, no es una sólo una traición al jefe que confió en ellos, sino un gancho al hígado en contra de cientos de miles de tamaulipecos que han visto, ven y seguirán viendo en el gobierno estatal a casi su único salvavidas…
MAESTROS SIN MAESTRÍA
Una información del reportero Ricardo Brussolo me llamó la atención ayer en forma poderosa.
De acuerdo a la nota, el Director de la Universidad Pedagógica en Victoria dio a conocer que los maestros de extracción universitaria están desplazando a los normalistas en el nicho de educación media superior.
Ojalá se pudiera revertir esa tendencia.
Apoyo ese deseo en la experiencia que viví junto con decenas de condiscípulos en la preparatoria. Me precio de haber tenido en ese nivel de enseñanza a quienes eran en ese tiempo los mejores profesionales en su ramo. Excelentes contadores, extraordinarios médicos, abogados imbatibles e ingenieros sumamente competentes. Todos eran eminencias en sus respectivos campos.
Pero no eran maestros.
A pesar de que no había secretos para ellos en su tarea profesional, no tenían la preparación como profesores. En otras palabras, sabían muchísimo de su trabajo, pero sabían muy poco sobre técnicas docentes. No sabían enseñar y había que hacer un esfuerzo excesivo para asimilar, aunque fuera a medias, sus cátedras.
Espero que las autoridades educativas valoren eso, porque sigue sucediendo. Y si continúa igual, hoy podrían poner a Premios Nobel al frente de las aulas, pero si éstos no tienen idea de cómo transmitir sus conocimientos, será sin duda, como oir llover…
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