Las grandes ciudades crean, inventan ciudades para la identidad de quienes llegan de fuera. Nueva York, París, son ciudades que se caracterizan por extender los lazos de otros pueblos ramificados en sus corazones.
Los Ángeles, California, San Francisco, contienen esas identidades que inventan pequeños pueblos en sus corazones.
Quiero decir por corazón, sus centros urbanos.
La Pequeña Italia en Nueva York, es la recuperación de la patria lejana. La bella Italia.
En Miami, la Pequeña Habana es quizá el pueblo recobrado, la algarabía y el color; la política y la construcción de la nueva Cuba.
Los cubanos han impuesto sus leyes y su dominio abarca la economía, la política, la educación y la cultura.
Hoy se les presenta el gran reto; cuando los hermanos cubanos arriben con su potencial político y cultural a penetrar en el bunker de la Pequeña Habana.
Es impredecible sus efectos y consecuencias en la población dominante en el sur de La Florida.
La Calle Ocho es la columna vertebral del espíritu de Cuba.
Galerías, comercios, restaurantes, confluyen en la pequeña ciudad que es una metáfora viva de la vieja Habana.
En esa Calle 8, está la galería Elite Fine Arts, en el edificio Panorama.
Hay una competencia frontal porque las galerías tienden sus brazos a lo largo de la calle con los prototipos del arte de Portocarrero, el gran pintor cubano, y algunos artistas excelentes para un mercado internacional.
Exhibir allí es un reto para un artista mexicano.
Creo que soy un artista muy competitivo e ilustrado, que me permite sortear los aspectos de arte, mercado y cultura.
Allí estoy, y en el mes de noviembre impartiré un curso de arte y presto a participar en la FIL en Miami.
Sueños unidos a proyectos concretos.
Un potencial de lo inédito, como me dijo el galerista Germán Cháves: “comienza tu aventura en Miami.”




