5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Crónica urbana

POETA SIN AUTO POCO VALE

CRÓNICA URBANA

Estos días de lluvia con palmadas de sol se parecen a los días de junio que nos hace sentir el poeta de la lluvia y luz, Carlos Pellicer: «Junio me dio la voz»…, el sentido junio que nos abre la puerta de vientos y tempestades cruzando los surcos donde germina el sorgo y el maíz. Poeta de la luz desde lo alto y desde abajo de las sombras Pellicer fue el paisajista de la poesía mexicana que en vista área trazaba los planos de la inmensidad del mundo.

Al maestro Carlos Pellicer le conocí por Gilberto Rodríguez González, «El Güero Rodríguez», quien me acercó al poeta cuando ambos laboraban en la Secretaría de Educación Pública en  la Ciudad de Mexico. Gilberto, colaborador cercano del maestro Alfonso Sierra Partida. Me presentó con el gran poeta mexicano y le dijo así; «Mire usted, maestro, este es el paisano poeta, se llama Alejandro Rosales Lugo…». Carlos Pellicer, me miró de arriba a bajo, y  dijo; «Usted es poeta», -le conteste  sí-, “¿y tiene carro? -me pregunta-, le contesté  acongojado, “no, maestro…».

Pellicer me respondió rápidamente; «Ya se chingó, un  poeta que no tiene carro ya se chingo…».

El poeta tabasqueño aludía a la pobreza del poeta, porque el auto representaba el poder adquisitivo de la persona y la poesía nada más servía para tener amigos.  En los fríos muros del antiguo edificio de la Secretaría de Educación Pública, admiramos la pintura mural de Diego Rivera. Con frecuencia acompañamos a nuestro siempre querido  Gilberto, hoy reputado abogado en el Distrito Federal.

Las mañanas frías de la Ciudad de Mexico, nos reunían en los cafés y en la caminatas de «pajareo» con Gil y otros amigos de sueños posibles.

En el centro, la Escuela Nacional Preparatoria, donde cursé mi prepa, como miembro de la «Generación Centenario», en el antiguo barrio estudiantil, colmado de librerías de nuevo y viejo, frescura del mes de junio que parecía un joven invierno donde buscamos la primera voz, esa voz de junio que nos hablaba el poeta de la selva tabasqueña.

Esta lluvia entresacada de los soles, de los vaivenes de la mañana y los atardeceres de Victoria, acaricia mi memoria y me hace pensar que existo, en este río de memorias de mi corazón y pensamiento.

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