Parece un hecho aislado, pero de manera alguna debe soslayarse o restarle importancia.
Me refiero al problema del transporte urbano que vive Tampico, en donde una presunta “invasión” de rutas amenaza con provocar una crisis en la prestación de ese servicio.
¿Por qué la preocupación, si en apariencia es un conflicto acotado en sólo una ciudad?
Para responder, habría que recapitular hacia las décadas de los setenta y ochenta del siglo apenas pasado. Eran aquellos días, jornadas tormentosas en el transporte colectivo, prácticamente de punta a punta de Tamaulipas, en las cuales la violencia era una constante. De Tampico y Madero hasta Nuevo Laredo, pasando por Matamoros y Reynosa -donde se dieron los balances más cruentos- la zozobra definía a ese sector laboral.
La encarnizada lucha -lo digo sin exagerar- en ese tiempo, se daba por el control de los organismos que agrupaban a los choferes y a sus unidades, gremios en donde los gruesos tentáculos de grupos de poder políticos y hasta periodísticos, eran escenario de enfrentamientos un día y al siguiente también.
No tiene caso citar los nombres de los dirigentes de esa época, porque si mal no recuerdo ya todos han fallecido, pero en los saldos de esas batallas los cementerios llegaron a recibir a víctimas de las mismas, por lo que abrevando en esa historia es necesario cerrar el paso a nuevas disputas que hagan retornar esos días trágicos.
¿Exagero?
Así deben pensarlo algunos y hasta yo mismo me pregunto si estoy desbarrando sobre un problema que en esas décadas conocí por encima cuando apenas dejaba de ser un crío, pero no puedo olvidar las batallas campales que por azar atestigüé precisamente en Tampico y las consecuencias de las mismas, como tampoco puedo restarle importancia -y nadie debería hacerlo- al clima de violencia de todo tipo que amenaza al Estado, el cual hace un caldo de cultivo de estos conflictos para alimentar riesgos que pueden evitarse.
Ojalá que se actúe en la medida necesaria antes que sea demasiado tarde. Hasta que vuelva a colocarse una cruz en algún panteón, por el control de esos gremios y sus ganancias…
EL EXAMEN
Me llama la atención que para justificar el aplazamiento -dicen que no es cancelación- de los exámenes a los profesores, una diputada local, cuyo nombre omito, señaló que una de las causas por las que el magisterio aplaude esa decisión es que el Gobierno federal no cumplió con el anuncio de que se les ofrecerían a los docentes, cursos de preparación para esas pruebas.
Caray. No entiendo.
¿No se supone que un maestro es quien enseña porque ya tiene el conocimiento necesario, no quien debe recibir capacitación para cumplir esa encomienda?
No ayuda mucho la declaración de la legisladora a los mentores. Si debían recibir instrucción extra para presentar un examen, entonces es obvio que no están preparados para impartir clases.
No es una interpretación de sus palabras. Es lo que dijo.
Para cerrar este espacio, les envío mi más profundo respeto a los maestros.
Conozco a muchos que son ejemplo de entrega y vocación y siempre les agradeceré su aportación docente a mi vida y a la de mis hijos.
Pero también conozco a varios equilibristas y aventureros, que denigran ese honroso papel…
Twitter: @LABERINTOS_HOY