HERMOSILLO, Sonora.- Con veladoras, con fotografías, con lágrimas, con abrazos entre los familiares, con una visita al sitio que provocó su muerte, pero aún así, la tristeza no se va.
No todos los padres lo soportan, hay algunos que no pueden regresar al sitio, pero ciudadanos solidarios, familiares y padres de los fallecidos, se encargan cada año de limpiar el sitio, de colocar una fotografía en cada una de las 49 cruces, una veladora y recordarlos.
En la víspera del aniversario del incendio, la memoria se mantiene, pero seis años han modificado ya el dolor de algunos padres, como Patricia Duarte Franco.
Sus palabras revivieron una historia similar en 49 padres; la ternura de abrazar aquel 4 de junio a su hijo Andrés Alonso, aquel beso de despedida en la mañana, el terror de enterarse del incendio, la desesperación de buscar a su hijo en todos los hospitales y ese sentimiento de tener que ir a la morgue y más aún, identificarlo.
El derrumbarse, el levantarse, el sobrevivir a enfermedades, para luego encontrar una razón de pedir un cambio.
“Hoy tengo mucho coraje, pero ese coraje que debemos tener los mexicanos, ese coraje que levanta, que construye, que transforma”, dijo al micrófono.
“Eso es lo que le hace falta a este México, ciudadanos y ciudadanas con coraje que salgan del confort de su casa, que no se queden y que digan “qué hace esta bola de locos”, porque hoy fui yo como madre afectada, pero mañana pueden ser otros en otra tragedia similar o de mayor magnitud”.
Dirigidos por el sacerdote Claudio Murrieta, los asistentes a la vigilia participaron en una ceremonia de recuerdo, donde se incluyeron elementos como tierra, agua y fuego.