“Y estos derechos, a respetarlos ¿eh?; ¡no vaya a pasar, como con los diez mandamientos!” Mafalda.
LO CLARO. Todo listo y dispuesto para la fiesta de la democracia. La elección en puerta, a pesar de los claroscuros de opositores al régimen, que pretenden —con el uso de la violencia— amedrentar a la población, no alcanzará el objetivo.
Las autoridades electorales se declaran listas y los votantes también.
No parece que existan sobresaltos en los resultados ya presagiados.
De las 9 gubernaturas en disputa, los analistas serios han hecho el vaticinio que sigue puntualmente a lo esperado. 6 para el PRI, dos el PAN (que retiene el bastión de Baja California y retoma en la segunda alternancia a San Luis Potosí) y la ‘vuelta al redil’ para el PRD en la gubernatura del clan cardenista. Es decir, Michoacán. Donde los afanes de Calderón por imponer a ‘Cocoa’, quedarán en espera de otra oportunidad en el lejano futuro.
Como recomendación, les diríamos a los hermanos Calderón que consideren la previsión de llamar al nuevo gobernante ‘espurio’ y autoproclamarse ‘la legítima’. Con ese título, puede recibir prebendas de las ciudades donde siguen siendo gobierno. ¡El Peje todavía no concluye su mandato!
Por todo lo demás descrito, el PRI mantiene una ventaja en el espectro nacional, que le coloca (según Mitofsky) en 36% del ánimo del elector; el PAN en 25, PRD 17 y los demás partidos, en menos de un punto porcentual.
Con la nota luctuosa de la partida a la morada eterna del ideólogo de la izquierda, Manuel Camacho Solís, se espera una contienda electoral con mucha participación ciudadana.
LO OSCURO. A pesar de ser un derecho inalienable del individuo, la legislación no consideraba formalmente la protección de los derechos humanos como una impositiva observancia.
Acaso la Constitución del Estado de Yucatán de 1836 (conocido ese documento como ‘Las siete Leyes’) sería el primer vestigio de defensa civil contra los abusos de la autoridad. Y contemplaba en su ordenanza precisamente el amparo y protección a los derechos de los gobernados, sobre la autoridad del ejecutivo estatal.
En la Constitución de 1917, el título de las Garantías Individuales hace referencia a los deberes y derechos de los mexicanos, sin hacer mención específica de la salvaguarda puntual de los derechos humanos.
Nace la defensoría en 1989, sumada a la Secretaría de Gobernación; con la rectoría del humanista Jorge Carpizo McGregor. El órgano entonces, alcanzaba el título de Dirección de los Derechos Humanos.
Y aún hoy, a 25 años de distancia, a pesar de la independencia del gobierno y tomar su papel de escrutador de los oficios públicos, la Comisión Nacional de Derechos Humanos sigue siendo un órgano muy joven.
Su esencial participación en la mediación de conflictos con el poder establecido, han llegado sólo a resoluciones que significan ‘recomendaciones a la autoridad’. Donde las faltas cometidas en perjuicio de la población, no ameritan mayores castigos, que la amonestación en papel.
Sin embargo, han demostrado su evolución en comparativa a su inicio.
Los casos de barbarie del uso de fuerza como Acteal, Ayotzinapa y demás, han ameritado la intervención del organismo y su ombudsman. Una amonestación o apercibimiento en estos tiempos, significa el descrédito al ejercicio de la autoridad.
Es decir, la CNDH tiene un peso específico de mayor alcance en la atención a víctimas.
Donde la espada de Damocles sufre su templanza, es precisamente en reconocer los derechos de todos los humanos. De la víctima y del victimario.
En alguna ocasión, consultamos a la autoridad competente ¿por qué no forman parte de todos los operativos policiales?
La respuesta, nos dio al clavo en la capacidad instalada “no tenemos tanto personal”.
Cumplen formalmente los primeros 25 años. Y esperemos su esfera de actuación e imposición, también crezca.
Aunque… somos parte de la solución. Como Gandhi expresó: “En la actualidad la gente sólo se preocupa por sus derechos. Recordarle que también tiene deberes y responsabilidades. Es un acto de valor que no corresponde exclusivamente a los políticos”.
COLOFÓN: No se olvide de votar… también es un deber y un acto de valor.
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@deandaalejandro