En los últimos meses, el “Estado Islámico” ha conseguido atraer a sus filas a unos 3 mil combatientes internacionales adicionales a aquellos que se unieron a sus filas en 2014.
Ciudades europeas han visto crecer el jihadismo, proliferando éste a veces en zonas marginales, en las prisiones, o entre inmigrantes, pero otras veces también entre individuos de ingresos medios, de ascendencia europea, con vidas aparentemente comunes y corrientes. Es natural preguntarse qué parte del sistema es la que parece estar fallando. Intento algunas claves:
1.— No hay un único “perfil del terrorista”. Aún así, es posible detectar ciertos elementos que se combinan, y que ocasionan que un número muy reducido de personas terminen pasando por un proceso de radicalización hasta llegar a cometer atentados. La combinación consiste en una serie de procesos individuales, los cuales se detonan dentro de y a causa de determinados contextos políticos, económicos, sociales, religiosos y/o culturales, locales y/o internacionales, y que se entretejen con factores organizacionales.
2.— En lo individual, Moghaddam (2007) explica que se trata de un proceso psicológico consistente en una especie de escalera de radicalización. En la medida que la persona busca cambiar su entorno y se frustra por no lograrlo, va ascendiendo pasos hasta que pocas personas dan un último paso, el de la violencia terrorista.
3.— A este proceso individual hay que añadir la actividad de grupos radicales que ya preexisten. Estos grupos pueden establecer contacto con el individuo en alguna parte de dicho proceso personal, de manera directa, indirecta o a distancia.
4.— Entonces inicia una nueva fase que consiste en el adoctrinamiento de la persona. A partir de ese punto, el individuo enlaza sus propias percepciones y concepciones de la realidad, con las percepciones y conocimientos construidos por el grupo. Así, se empieza a gestar una dinámica organizacional, una cohesión grupal.
5.— Las visiones personales y organizacionales son influidas y alimentadas por la eficacia (o ineficacia) percibida al respecto del grupo, de sus estrategias, de otros grupos y/o de estrategias rivales. Surgen nuevos grupos u organizaciones, muchas de las cuales se adhieren o afilian a otros grupos u organizaciones existentes.
6.— Como el terrorismo se fundamenta en la propagación de actos violentos a través de instrumentos como los medios de comunicación, en la medida en que estos siguen evolucionando, el potencial de eficacia de un acto terrorista se incrementa. Y en esa medida, tiene el potencial de ser percibido como una herramienta viable para la consecución de sus metas.
7.— Mientras estas organizaciones y grupos siguen proliferando, se multiplican las eventualidades de posible contacto, reclutamiento y adoctrinamiento de potenciales combatientes.
Revertir este proceso supone primero que nada, estudiarlo y entenderlo cada vez mejor; segundo, combatir alguno o todos los eslabones que lo encadenan, pero sobre todo, atacar las causas de raíz, ubicadas en las condiciones de falta de paz estructural de una gran cantidad de sociedades en nuestro planeta. De ello tendremos que hablar en una próxima colaboración.
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