Las expectativas eran altas en vísperas de que el presidente Enrique Peña Nieto enviara al Senado las ternas para cubrir dos vacantes en la Suprema Corte de Justicia. Pero todo se derrumbó cuando las propuestas presidenciales fueron de bajo perfil. Se agravó hasta la indignación cuando propuso una terna de mujeres a dos mujeres ignorantes e incompetentes, un insulto para el género –que tiene mujeres altamente calificadas para el cargo- y para los mexicanos. Fue claro el desprecio para con la Corte, que resalta la indolencia presidencial. Una vez más, delegar decisiones cruciales para el país, lo colocaron como si fuera enemigo de la mayoría de los mexicanos. Otra vez, la cúpula en el poder que lo tiene cercado, lo volvió a lastimar.
Las ternas para la Suprema Corte las envió bajo su firma, pero poco tuvo que ver en el análisis, y que su reflexión fue superficial. Quien tuvo la última palabra en las nominaciones fue el consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos, que durante su gestión ha tenido más descalabros que aciertos. En el caso de la Corte, fue él quien indujo al Presidente imponer a Eduardo Medina Mora, como remplazo del ministro Sergio Valls, quien murió inesperadamente en diciembre pasado, pese a que el ex embajador en Washington no quería dejar su cargo en ese momento por razones familiares muy delicadas.
Medina Mora es muy amigo del Presidente, pero de Castillejos fue su mentor. Él los presentó y lo llevó al estado de México. El consejero jurídico quería dos sillas de ministros para él. La primera de Medina Mora, entró con fórceps, lo que provocó que su segunda propuesta para las vacantes actuales, para su primo el senador Raúl Cervantes, se volviera imposible de transitar en el Senado. Dos propuestas presidenciales de amigos e incondicionales, resultaron imposibles de cabildear aún en este Senado dócil y servil al Presidente.
¿Qué tendrá en la cabeza el Presidente con estas decisiones? La imposición de Medina Mora tuvo costos muy altos. Pese a ellos, permitió que Castillejos impulsara a Cervantes, parte del embrión de abogados peñistas en que el que están el ex procurador mexiquense, Alberto Bazbaz –otro pupilo de Medina Mora- jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, y Alfredo Castillo, ex comisionado en Michoacán y director de la Comisión Nacional del Deporte. Sin él en la terna, también descarrilaron una idea inicial del Presidente para enviar dos ternas de mujeres.
La respuesta de Castillejos, que es quien manda en estos temas en Los Pinos, fueron dos ternas con perfiles de bajo nivel, quizás salvo uno, Javier Laynez, ex procurador fiscal, a quien sacrificaron en Los Pinos para meter a Medina Mora. La terna de la ignominia fue la de mujeres. La menos débil, Norma Lucía Piña Hernández, nunca antes fue vista con méritos suficientes cuanto previamente contendió para la Suprema Corte o el Consejo de la Judicatura. Pero Sara Patricia Orea y Verónica Judith Sánchez, fueron nominaciones de escándalo.
Orea, magistrada especialista en delitos que afectan a la niñez, promovió elevar hasta 10 años de prisión las condenas para menores, después de liberar a 15 ex policías acusados de violar menores en la ciudad de México, generó indignación durante su comparecencia en el Senado la semana pasada por su notable desconocimiento de la Constitución. No supo responder aspectos concretos sobre el porqué la Primera Sala revisó el amparo sobre la despenalización de la mariguana, ni pudo opinar sobre el Caso Radilla, un caso fundamental de jurisprudencia, al que no conocía. Como justificación, dijo que en los tiempos actuales, un juez no tenía porqué conocer de memoria la ley.
Sánchez, otra propuesta, fue peor. La magistrada obsequió a la PGR un auto de formal prisión en 2013 contra el ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier, por un fraude fiscal de 700 mil pesos que nunca pudo probar la autoridad federal y se desestimó. Dejó en libertad al ex presidente de Guatemala, Alfonso Portillo en 2006 y negó su extradición, aunque después fue procesado y sentenciado en su país, y extraditado a Estados Unidos por el delito de peculado. En 2009 ordenó la liberación de Osvaldo Sauceda Guerra, acusado de lavado de dinero en Estados Unidos, porque sus apellidos estaban invertidos en los documentos de extradición. El gobierno de Felipe Calderón presentó una queja en el Consejo de la Judicatura, que la amonestó. Varias senadoras la cuestionaron sobre estos fallos, y cuando la perredista Angélica de la Peña le preguntó porqué creía que estaba ante el Senado como candidata a la Corte, respondió: “Porque Dios así lo quiso”.
Varios senadores se han quejado en privado, de la terna que envió el Presidente, luego que Castillejos, con un claro ánimo vengativo, vetó a dos mujeres de muy alto perfil, la magistrada del Tribunal Electoral, María del Carmen Alanís, y la académica Ana Laura Magaloni. Las filias y fobias de Castillejos provocaron críticas al presidente Peña Nieto por su negligencia en el análisis de las ternas. Le queda al Senado reparar el engendro salido de la conserjería jurídica Los Pinos, y rechazar las ternas este jueves, cuando se pongan a votación. Si el Presidente, empujado por su colaborador, insultó a los mexicanos, que el Senado no le haga el juego. Al contrario, que le ayude a enmendar la displicencia en el manejo de tan cruciales decisiones.
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