Aprovechando la celebración del “Día del Periodista”, que se institucionalizó como un homenaje a Manuel Caballero, periodista que falleció un 4 de enero de 1826 considerado el padre del reporterismo, queremos consignar que, con la generalización del uso del internet y de las redes sociales, la libertad de expresión dejó de ser un derecho exclusivo de los periodistas.
A diferencia de antaño, cuando la gente no disponía de estas herramientas para manifestar su desacuerdo con el quehacer de los gobernantes y no tenía más remedio que escuchar, sin cuestionar públicamente, los autoelogios y las exaltaciones periodísticas a que éstos recurrían para tratar de hacer creer a los gobernados que estaban haciendo bien las cosas, ahora los servidores públicos pueden controlar a los medios pero no a la opinión pública.
No obstante la apertura impuesta por la tecnología comunicacional, los noticieros impresos y audiovisuales tienen la opción de seguir faltando a la verdad por razones de conveniencia o de necesidad, pero
ya no podrán impedir a los ciudadanos prescindir de los comunicadores y de los informadores para exhibir públicamente a los servidores ineptos o corruptos.
Aunque hay miles que aún piensan que lo que se dice en la tele es realidad, también son miles los que no creen en la veracidad de las noticias, ni siquiera en aquellas que se apegan a la verdad. Durante tanto tiempo se mintió tanto desde el poder, que la sociedad ha perdido la credibilidad en las autoridades.
Los políticos pueden todavía mentir pero únicamente podrán granjearse el reconocimiento de los gobernados ayudándolos a resolver los problemas.
Pagar desplegados y anuncios para hacer pasar por buena una mala gestión de gobierno puede engatusar a incautos pero si ésta no se refleja en obras tangibles de beneficio social, sólo sirve es para acrecentar el repudio popular contra los simuladores y mentirosos.
Sin embargo, más que el quehacer de los periodistas, el tema que acapara en estos momentos el interés y la atención de los miembros de la clase política y de amplios segmentos de la comunidad, es el de la sucesión política de Tamaulipas que se encuentra a días de resolverse.
Aspirantes y electores esperan que se publiquen las convocatorias que definirán los tiempos y las formas de selección de los candidatos para conocer el desenlace de los procesos selectivos.
En las filas del PRI, como lo expresó el fin de semana Marco Antonio Bernal Gutiérrez, el documento aparecerá entre el 15 y el 20 de enero.
En las del PAN, en cambio, se da como un hecho que saldrá el día 15 y las correspondientes a alcalde y diputaciones una semana después.
De acuerdo con lo que señala el calendario electoral, el arranque de las precampañas está previsto para el día 20, de manera que aquellos aspirantes que, una vez con la postulación en la bolsa, habrán de recorrer los 43 municipios y 22 distritos electorales del Estado para saludar a los votantes y presentarles sus cartas credenciales, tendrán que recibir el visto bueno del alto mando de los partidos a los que pertenecen antes de esa fecha.
¿Quiénes serán los elegidos para disputar el puesto de Egidio Torre Cantú el próximo 7 de junio? He ahí la pregunta que se hacen los militantes y seguidores de los distintos partidos políticos tamaulipecos.
Aunque ciencia cierta la mayoría no tiene idea, ayer hablamos con 20 priistas distinguidos del Estado y de ellos, seis dijeron que Baltazar Hinojosa Ochoa, diez que Balta o Alejandro Etienne Llano y cuatro que Marco Antonio Bernal Gutiérrez. Algunos, incluso, precisaron que el 40 por ciento de la opinión de los militantes favorece a Balta, el 35 a Bernal y el 25 al alcalde de Victoria.
Así que saquen sus conclusiones y hagan sus apuestas.
En lo que respecta a Acción Nacional, prácticamente a todos los que interrogamos sobre el asunto respondieron que, a pesar del golpeteo y de las acusaciones de que ha sido objeto, el senador Francisco Javier García Cabeza de Vaca es el favorito para adjudicarse la candidatura de gobernador.
