Sábado, Domingo y Lunes, La pase en Ciudad de México. Nada transparente la antigua región que nos legara don Alfonso Reyes de “Amigos, hemos llegado a la región más transparente del aire”.
Una fin de semana con mi hija Alejandra y mi nieto mayor, Rudy, para ver y escuchar a Coldplay una revolución en la música contemporánea que conmociona a los jóvenes en todas las partes del mundo.
Todo en el Foro Sol, un estadio abierto al festejo por el rumbo de la Magdalena Mixchuca. A reventar, de gargantas lumínicas y coros de propulsión entre las bebidas de moderación e inmoderadas adornadas de los rostros de las más bellas chicas de México.
Una pasada por el Palacio de Bellas Artes para admirar la muestra fotográfica de Nacho López. Recorrimos con rostro de juventud los murales de Tamayo, Orozco y Siqueiros.
Una mirada a la Ciudad que taladra nuestra memoria. Las calles del Centro Histórico donde vivimos nuestros mejores años en Escuela Nacional Preparatoria, hoy Museo Nacional
Las calles que enmarcaron al Movimiento Estudiantil de 68.
Tomamos café en el histórico Café La Habana, de Bucareli y Morelos, donde por las tardes noches volvimos una y otra vez a la poesía al lado de Juan Cervera, Juan Diego Razo, Orlando Guillén, Bruno Montane, Luis Antonio Gómez y el extraordinario Roberto Bolaño, tras la imagen de Alcira.
Un México a la mano, en ese paisaje urbano de estallidos y sirenas, a golpe de bicicletas los domingos y con la cara metida en la Diosa de la Luna que alumbra eternamente al Zócalo.
Campanas de la Catedral, Palacio Nacional, el edificio del Ayuntamiento, El Templo Mayor de México.. el real templo del poder en nuestro país.
El bullicio a veces solemne de la gran Ciudad Estado.
