El mundo de los ‘royalists’ se sorprendió al conocer la decisión del emperador Akihito de abdicar al trono y pasar la batuta a su hijo, quien ha protagonizado la historia de amor más gris y tormentosa de la casa del crisantemo
Tras informaciones dadas a conocer por la agencia local Kyodo y Agencia de la Casa Imperial nipona a la cadena estatal NHK, se revelaron las supuestas intenciones del emperador Akihito de Japón, de imitar a la Reina Beatriz y al Rey Juan Carlos, de abdicar al trono, en los próximos meses, para entregar a su hijo Naruhito a uno de los imperios más antiguo de la humanidad.
Akihito tiene 82 años y su salud no ha sido óptima a pesar de continuar haciendo actos públicos junto a su esposa, la emperatriz Michiko, con la que procreó tres hijos durante su matrimonio, de casi 60 años.
Aunque una nueva etapa podría comenzar para los japoneses, aún existe esa situación penosa que embarga a la familia imperial: la depresión de Masako. Desde hace más de una década la estabilidad mental de la mujer del heredero preocupa a Japón. La situación de la Princesa consorte la ha orillado a no contar siquiera con una agenda oficial; no hace actos oficiales ni se muestra en público; cosa curiosa fue su determinación al abandonar la isla para asistir a la entronización de Guillermo y Máxima de Holanda. La Reina de los holandeses le tiene un gran cariño a Masako y es capaz de arrancarle sonrisas.
De ascender al trono junto a su marido, Masako adquirirá una serie de responsabilidades que la obligarán a tener una agenda oficial, y eso es un tema de estado, considerando que su enclaustramiento ha causado crisis diplomáticas para su marido. Pero Naruhito es un hombre paciente y apoya a su mujer, quien antes de ingresar a la familia real llevaba una vida muy independiente e incluso, era una profesional sobresaliente: estudió Economía en Harvard, Derecho en Tokio y Relaciones Internacionales en Oxford.
El heredero se enamoró de Masako Owada, a principios de los años 90, se casaron en 1993 y parecían la pareja perfecta; ella era hija de un ex ministro, culta, moderna y con una gran visión. El cortejo fue corto y la boda real fue inolvidable. Los primeros años fueron felices, pero el cuento de hadas culminó después de muchos intentos por dar un heredero al imperio, ahí comenzó el viacrucis de Masako, tras sufrir un aborto y tener la presión de la casa imperial por dar un hijo al Príncipe.
Se sometió a tratamientos de fertilidad y en 2001, llegó al mundo Aiko una niña y no un varón, como se esperaba por la familia real.
A pesar de que la pareja ama profundamente a su hija, la desilusión de no darle un heredero a Japón fue muy grande, sumiendo a Masako en la más terrible y mediática de las
depresiones debido a que la única obligación real que se esperaba de ella no fue lograda.
Y como un golpe más, el príncipe Fumihito —hermano de Naruhito— y su mujer Kiko dieron la bienvenida a un varón en 2006, a pesar de ser padres de dos adolescentes. Hisahito es el tercero en la línea de sucesión al trono y el más probable en suceder a Naruhito, ya que Masako tiene 52 años sin posibilidad de tener un hijo. Hoy Japón se encuentra ante la incertidumbre de saber si la “princesa triste” ascenderá al trono con nuevos bríos y una actitud distinta o si continuará su encierro mientras su marido toma las riendas de este importante imperio.