MANTE, Tam.- En el ejido Cuauhtémoc, al menos la mitad de las tierras que a esa comunidad corresponden ya no están en manos de auténticos ejidatarios.
Quienes originalmente recibieron esas tierras han muerto y sus hijos que las heredaron ya no quisieron trabajarlas y actualmente, en el menos grave de los casos las tienen rentadas, pero muchos también ya vendieron.
Ejido por ejido cañero, esta historia se repite y la CNPR, estima que al menos el 40 por ciento de la superficie activa de caña, está en manos de personas que no siempre son descendientes de campesinos, pero que siguen viendo al cultivo de caña como una actividad atractiva.
“En El Mante hay alrededor de 14 mil hectáreas activas y de esas, casi le andaremos pegando a las 6 mil que están en manos de personas que ni son campesinos, ni sus padres fueron ejidatarios, pero que rentan o compraron la tierra”, dijo Juan Torres Rodríguez, dirigente de la Unión Nacional de Cañeros a nivel local. Agregó que lo más común, es que un auténtico ejidatario al fallecer le cedió a su hijo el derecho de las tierras, pero este al encontrarse fuera de la región, en definitiva ni siquiera se interesa por hacer producir esa parcela.
“En esos casos siempre va a existir alguien que quiera rentar o comprar esa tierra, porque mucho o poquito de la caña se puede seguir obteniendo una ganancia, desafortunadamente en cada ejido se repite la historia, si acaso un 60 por ciento de quienes tienen en su poder las parcelas son ejidatarios o hijos de estos”, dijo.
Añadió que muchos hijos de ejidatarios, venden sus tierras porque supuestamente no producen y atraviesan por varias zafras en las que no obtienen ganancias y al final, cuando alguien más las arrenda termina obteniendo una buena liquidación.
El dirigente, afirma que el cultivo de la caña sigue siendo negocio si el campesino retoma el trabajo de sus tierras como debe de ser, les dedica atención y busca la forma de producir más con menos costos.
“Como productores cañeros debemos de entender que esto es a lo que nos hemos dedicado toda la vida, pero también tenemos que saber que la tierra hay que trabajarla en realidad, que hay que hacerla producir y que aunque sea poquito, de ella vamos a seguir obteniendo para poder vivir”, dijo.
Agregó que aunque el promedio de producción en toneladas por hectárea es de 70, hay quienes llegan a cosechar en buenas tierras un promedio de 100 toneladas y quien obtiene estos montos, seguramente a precios como los actuales, tendrá ganancias.
“La caña sigue siendo negocio, porque aún en el tiempo que disminuyó el precio, poquito pero alcanzamos y tenemos que seguir trabajando, haciendo esto que es lo que nuestros padres nos enseñaron”, concluyó.