El concepto lo escuché por primera vez en la administración de Manuel Cavazos Lerma.
En las reuniones con empresarios del Estado, en su campaña insistía mucho en respetar la vocación económica de las zonas geográficas de Tamaulipas. Manejaba ese objetivo como condición para lograr explotar en forma integral las diferentes capacidades productivas del Estado, tan diversas como complicadas y en muchos casos mal aprovecharlas.
Transcurrido el sexenio cavacista, los compromisos se diluyeron y se convirtieron en un catálogo de buenas intenciones. El Estado no recibió tratamientos congruentes con su competitividad regional y casi todo siguió igual.
Le diré por qué traer al presente ese pasado.
Volví a leer sobre ese tema apenas este fin de semana, derivado de una plática del gobernador electo Francisco Javier García, con representantes del capital privado doméstico, con Matamoros como sede.
Lo añejo de esa visión no le ha restado en la actualidad, importancia a esa necesidad, sólo que ahora no es una promesa de campaña, sino una oferta de gobierno.
¿Funcionará esta vez?
Es difícil saberlo. Como sucede en los salones de clase en donde los problemas se resuelven fácilmente porque se manejan en condiciones ideales, también los proyectos gubernamentales parecen ser siempre una panacea cuando se dan a conocer, pero igual que el nuevo profesional choca con la realidad y no puede brillar como en el aula, en los hechos muchos de esos planes oficiales se traban por la complejidad y gran gama de intereses, no de la Entidad, sino de quienes la manejan.
A lo largo de muchos años y de muchos sexenios, los tamaulipecos hemos conocido en el papel, en planos, en exposiciones y otros escenarios ampulosos, proyectos que se derivan precisamente del respeto a la vocación productiva de una zona. Y no se han rendido buenas cuentas.
La capital es un ejemplo.
Desde por lo menos 25 años atrás, Victoria ha sido promovida para supuestamente aprovechar sus ángulos competitivos. Entre ellos se cuenta que podría ser un polo educativo en el nivel profesional, un atractivo centro de investigación cibernética, un escenario adecuado para la atención médica, un espacio para el turismo alternativo con parques de diversiones, un canal artificial para la navegación de entretenimiento al estilo San Antonio en Texas, un imán para la aventura de montaña y otras ocurrencias más de ese tenor.
Disculpe si las defino como ocurrencias, pero hasta ahora pareciera que surgieron de un arranque y no de una planeación, dado el escaso y en varios casos nulo éxito de esos proyectos.
No fue este saldo culpa totalmente de los gobiernos en curso. Insistiendo en el caso de Victoria, los buenos propósitos oficiales se estrellaron ante la avaricia y medrosidad del dinero capitalino que se negó a invertir en esos objetivos y dejó solas a las autoridades, que terminaron por dar carpetazo a prácticamente todas las acciones en ese sentido.
Ojalá que ahora, al volverse a retomar el tema de la vocación productiva de cada zona del Estado, los dueños del dinero escuchen el llamado gubernamental, no sólo en la capital tamaulipeca, sino en todas los rincones de esta patria chica.
Vale la pena atender el ofrecimiento del nuevo gobierno. Es, aunque suene a slogan publicitario, por el bien de todos…
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