“Las mujeres creen en la igualdad de género… hasta que llega el mesero con la cuenta”. Frase popular.
LO CLARO. Un analista hizo una puntual referencia, sobre la implementación de políticas públicas.
El vecino -y aliado- país del norte, aplicó tiempo y talento en el cabildeo necesario que, a la postre, se trasformaría en reformas a sus leyes orgánicas y constitucionales en materia energética.
La condición era necesaria, para que la inversión privada apostara junto con el gobierno en la modernización del sistema de producción de hidrocarburos.
Resumen. A 15 años de tal enmienda, Alaska –uno de los estados de la Unión Americana- pudo conducir sus hidrocarburos por tubería hasta Texas, para su refinamiento y conversión y una inversión millonaria del sector privado.
Y de contar con un costo de gasolina de más de 4 dólares por galón, hoy el usuario final paga la mitad y menos. Según el productor.
Es el resultado de las adecuaciones a la Ley.
Y eso mismo esperamos suceda en México, tras el funcionamiento de las reformas a la constitución, que esperemos permee a los bolsillos de los mexicanos. No será en el corto tiempo.
Sin embargo, el recurso humano contribuye a su preparación para llegar a ese fin.
La Universidad Autónoma de Tamaulipas tuvo la visita del Maestro Alejandro Amerena Carswell: director de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Energía, que complacido por ser testigo de la capacidad instalada en seis programas afines y dos mil estudiantes especializados en el sector, tendrán la posibilidad de acceder a la demanda de recurso humano que preste servicios específicos a las empresas que contribuirán a la dinámica sectorial en energías limpias, de hidrocarburos y afines.
Será la ocasión de crecer como país sustentable y preparado. Esperemos que el ejemplo de los vecinos, se transfiera con los mismos resultados.
LO OSCURO. Han ganado los espacios públicos, a pesar de los cerrones de paso.
Y ocupan similares puestos, también a pesar de las vejaciones a los sueldos, por el simple hecho de ser mujeres.
Pero la conquista escalafonaria, les impone también ser parte de los arraigados vicios del ser humano; que esos, no distinguen precisamente la clase o el género.
Sí, hay mujeres políticas muy encumbradas; que detentan el poder y toman decisiones escalofriantes. El mejor ejemplo de la historia, sigue siendo Margaret Tatcher, a la que se conocía como ‘la mujer de hierro’.
Nadie duda de la inteligencia de la reina Isabel de Inglaterra; ni mucho menos del poderío centrado en la Unión Europea, bajo la comandanta en Jefe, Ángela Merkel. La alemana.
Pero hablamos de lo que sí podría llamarse ‘generalidad’. Los factores que la Biblia acaso conoce como las debilidades humanas.
Fluyen igualdad de cantidad de nombres, como si la carrera por posicionarse en el lugar primero en contra de ‘los machos’, trajera reloj en mano.
Rosario Robles carga el peso de la corruptela del erario público, por su preferencia hacia el sexo opuesto, encarnada en el contratista argentino Carlos Ahumada.
Lucero Sánchez López (la ‘narco-diputada’) hizo alarde y mutis, de su relación con el capo mexicano ‘Chapo’ Guzmán, en ejercicio de su encargo de elección popular.
Cecilia Soto González, diputada del PRD. Su historia tiene mayor ascendencia en la candidatura a la presidencia de la república por el PT, con el padrinazgo de Raúl Salinas de Gortari.
La senadora Iris Mendoza, a quien la PGR le vincula con los Caballeros Templarios, ha debido hacer frente a las conjeturas de la misma autoridad.
Con el amplio criterio que ahora nos otorga la libertad de género, la finalidad de la presente entrega no es ‘evidenciar’ a tal o cual.
Más bien, entender que no sólo “el poder conlleva una gran responsabilidad” como decía un héroe de los comics, sino comprender que los vicios humanos –como la corrupción- no son privativos del hombre, aunque éste los inventó por ser el primer funcionario público sobre el planeta.
Pero también la proclividad ya encuentra asiento entre las bellas damas.
COLOFÓN. Los que saben, aseguran que por ningún motivo se aceptarán ‘becarios’ en la Casa Blanca. En Washington, D.C.
¿Por qué? ¡Ni la menor idea!
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