Al menos, hasta el 2018, la inseguridad y todo lo que de ella se derive, será combatida en función de la fallida estrategia trazada por el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Se trata de un conjunto de acciones, basadas en patrones militares y policiacos, echados a andar a partir de 2006 por el gobierno de Felipe Calderón, y repetidos por el gobierno peñista. Hoy, a diez años de su aplicación, lo único que han provocado, es un incremento exponencial de la violencia y de la vulnerabilidad social, ante la
delincuencia.
Pero la inseguridad, no solo es dolor familiar, impunidad y grandes rezagos en la aplicación de la justicia. Este terrible fenómeno que azota a la república, tiene también, un lado ganador y demasiado exitoso. En julio de 2015, la revista Forbes, publicó un reportaje, en el cual daba cuenta de las elevadas ganancias, obtenidas por empresas de seguridad, cuyos ingresos ascendían a más de diez millones de dólares anuales. El gobierno federal y los gobiernos estatales, han sido algunos de sus principales clientes. Justo aquí, anida también, una historia de opacidad y de sospechas.
Bajo esta mirada, resulta de lo más importante preguntarnos: ¿Que está ocurriendo con los miles de millones de pesos que los gobiernos, en todos sus niveles, han gastado para resolver un problema que, ha empeorado mucho más, en lugar de disminuir?
Basta con documentar el crecimiento desmesurado del presupuesto destinado a este rubro: en el 2006, durante el gobierno calderonista, era de 54 mil 20 millones de pesos.
Pero en el actual 2016, dicha cifra alcanza 154 mil, 571 millones. En sólo diez años, el dinero público, destinado al tema de la inseguridad, creció en un trescientos por ciento. Esto quiere decir, que en sólo dos sexenios, (uno del PAN y otro del PRI), el gasto en seguridad, aumentó cien mil millones de pesos. Lo insólito del caso, es que ha sido un recurso tirado a la basura. No hay resultados.
Mientras que, la inversión se ha triplicado para atacar una inseguridad que no cede, en el tema de la salud, el gobierno ha disminuido el presupuesto. Tan solo en el 2015, la autoridad hacendaria, borró de un plumazo, mil 450 millones de pesos, que afectaron a clínicas y hospitales.
El pasado 10 de julio de este año, un grupo de senadores panistas, demandaron al gobierno peñista, dar marcha atrás, en el recorte de 6 mil quinientos millones de pesos.
Los legisladores argumentaron que dicha cantidad, serviría para pagar adeudos con empresas farmacéuticas y laboratorios, proveedores de insumos.
Queda así al descubierto la vulnerabilidad y la ineficacia de programas como el seguro médico para estudiantes, implementado por el actual sexenio. Esto se debe a que el Sector Salud, no cuenta con la suficiente oferta en materia de infraestructura hospitalaria, y en la existencia de medicamentos, como para atender el boom de derechohabientes jóvenes que se incorporan a la demanda institucional de atención en las clínicas y hospitales del país.
Otro de los rubros sociales más relevantes, sacrificados por el sexenio de Peña Nieto, es el de construcción de vivienda social. La edificación de casas habitación en el México peñista, disminuyó en más de un quinientos por ciento, en relación a sus doce años anteriores.
En suma, durante los últimos diez años, se han dilapidado más de 150 mil millones de pesos, en un renglón como la inseguridad, que no arroja resultados visibles. Todo ello, en detrimento de sacrificar necesidades vitales para la población civil, como los que ya le acabamos de mencionar.
Los resultados están a la vista: en la actualidad, existen más de dos millones de pobres, que en el 2012, todavía eran clase media.
Pobreza, desempleo y violencia, son los tres jinetes que siguen galopando en una república donde el PAN y el PRI se preparan para seguir alternándose en el poder. Aunque Andrés Manuel López Obrador y MORENA, piensan lo contrario.
Ese es el escenario que enfrenta Tamaulipas. Un estado en el cual, acaba de instalarse la alternancia política, con 16 años de retraso, en relación con la llegada del PAN a Los Pinos, en el 2000.
Aquí, la gente expresa su apoyo y confianza al gobernador electo Francisco García Cabeza de Vaca. El político reynosense, dueño de un excelente capital político, tendrá que aplicarse al cien para cambiar la percepción adversa de la ciudadanía.
¿Qué factores necesita Cabeza para responderle a la gente? Estos son algunos de los puntos fundamentales: todo el apoyo del gabinete federal de seguridad, y todo el respaldo del gabinete económico. Soldados, marinos, federales y mucho presupuesto. ¿Se los darán?
Necesita de un gabinete estatal que escuche a la gente; que abra las puertas de palacio a la ciudadanía. Y que les devuelva, lo mucho que le debe el sistema a Tamaulipas, en materia de tranquilidad, de sensibilidad y de humanismo.
¿Lo harán?




