5 diciembre, 2025

5 diciembre, 2025

Cuadrante político

El grito de la memoria

Cuadrante Político

¿Por quién doblaron las campanas tamaulipecas? Una voz plural, confeccionada de mil cabezas parece responder, a la mitad de la noche, preñada por el verbo artificial de la pirotecnia.
   
El ritual colectivo de la plaza del quince Hidalgo, dejó de ser paisaje mudo y convidado de piedra, para convertirse en un tribunal de murmullos, donde se alzaron los gruesos expedientes de la memoria: Rodolfo, los desaparecidos, los robos, los agravios y la ingobernabilidad, elevada a su calidad de antología.
  
En los huecos del aire oscuro, oloroso a cohetones, en el corazón de la masa anónima, el veredicto fue inapelable: nunca más estos días de miedo y de desazón.
      
Aun así, la nobleza del pueblo, mantuvo la tradición. El sentido de pertenencia retornó a las calles para vaciarse en olas civiles, materializando así, la metáfora de la patria.
   
El nido urbano de la mexicanidad, volvió a ser escenario abierto del vuelo de las sonrisas y de los cuerpos apretujados, la vendimia y en suma, los colores y los sabores de esa categoría cívica tan trillada en los discursos de los ochentas; el nacionalismo que cabalgó en los discursos de un PRI echeverriano y lopezportillista, para después  caer en desuso, sepultado por la modernidad salinista de la globalidad y de los mercados.
   
Por esa puerta de sucesos sintomáticos, de un país urgido de cambios, en el umbral de un nuevo milenio, el Estado protector le dijo adiós al viejo discurso, aderezado de populismo y se metió en el  performance neoliberal. La familia revolucionaria empezó a envejecer  y a padecer de Alzheimer, en sus añosas mansiones donde sólo quedaron los cuadros empolvados y las frases momificadas de una nación gatopardista que cambiaba de dueños, pero seguía igual… o todavía peor.
 
Los mexicanos multimillonarios en dólares, adoptaron como suyo, el  himno de Forbes, y con ello, la filosofía de los privilegios, y la visión de las élites, sobre el concepto de  la patria. La macroeconomía y el México de las diez familias adineradas, terminaron por imponerle al Estado mexicano, el vestido decorado con los pobres niveles del ingreso, y el ensanchamiento de la brecha, entre pobreza y riqueza.
 
Mientras las cabezas degolladas de Hidalgo y de sus hombres, decapitados en Chihuahua, por un indio Tarahumara que cobró veinte pesos, siguen apareciendo cada noche de septiembre, la patria sigue mutando, al ritmo de su coraje y de su hartazgo, y no de su contento.
    
Vertiginoso es el tiempo. El lactante de la alternancia panista, en el 2000, ya tiene 16 años. Pero aquí en Tamaulipas, el reacomodo del poder, ha llegado con tres lustros de retraso. La pequeña patria norestense, tiene un nuevo caudillo, llamado Francisco García  Cabeza  de Vaca. Es un hombre de empresa, forjado en la disciplina   del valle del Río Grande, donde se erigen las urbes de la estrella solitaria, y el gran comercio de Texas.
 
Durante los próximos seis años, o más, nuestro estado que siempre  ha estado ensamblado al patio trasero de la industria de Nuevo León, podría mudar sus necesidades de tutelaje, hacia una tierra que se fugó de nuestra geografía, para declarar la broma de su independencia, y ya en serio, integrarse a los Estados Unidos. La mascota emblemática de Texas, es el armadillo. De tal suerte que, si el nuestro es la cuera, en lo sucesivo, podríamos  fundirnos en una relación híbrida, de la que resultaría, un armadillo encuerado.
 
La noche de este quince de septiembre en la capital, fue un resumen de los tiempos: los que se fueron, los actuales de vacío e inmovilidad absoluta, entre lo que se va y lo que todavía no llega. Y finalmente  el futuro promisorio de cambios, en materia de seguridad, de paz y justicia.
  
Se respiró el extraño canto íntimo de una ciudadanía empoderada por su manera contundente de decidir, el derrumbe histórico del PRI, y  la llegada del PAN.
 
Aunque Cabeza no dio el grito, la fiesta de independencia en la  plaza de la capital, tuvo el aroma del blanquiazul, y la secreta satisfacción ciudadana de la alternancia. Arriba, en los balcones confeccionados de fiesta tricolor, había una realidad en franca despedida, pero abajo, la fiesta era cabecista.
 
En quince días más, empezará a escribirse la nueva narrativa del  cambio tamaulipeco. Ahora dependerá de los panistas y de su gobierno en lo particular, no decepcionar a este electorado tamaulipeco que  ya conoció la libertad de votar en contra de lo establecido, y créame que le gustó.
  
Sólo el tiempo nos dirá, si este orden se mantiene, bien es asaltado por el obradorismo, en  2018.
 
Del PRI de Enrique Peña Nieto hay realmente muy poco de que hablar. Como no sea, los abucheos y la rechifla que pudo haberse dado ayer por la noche, en el ombligo público más simbólico del país.
 
Esperamos que ese beso nefasto de la impopularidad, no haya contagiado anoche a Tamaulipas.

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