Nunca es tarde para sincerarse.
Ayer en diversas editoriales a detalle daba lectura de los comentarios de los columnistas de éste y otros medios de comunicación impresos que asistieron a una reunión el pasado martes con el gobernador Egidio Torre Cantú.
En esa reunión donde se habló de todo, o al menos de muchas cosas que en los cinco años y ocho meses que lleva en el cargo fueron temas tabú, de esas cosas que no faltábamos los impertinentes que se nos ocurría preguntar en la entrevista de banqueta y sus colaboradores inmediatamente rafagueaban con miradas que si se pudieran sentir hubieran sido al menos coscorrones, o ya de plano no faltaron los que hicieron mofa de los planteamientos que ahora justamente ya todos hablan en un tono de honestidad al que poco accedimos en estos años de virreinato.
En la charla, según leí, se sintetizaban las respuestas del mandatario que dicen mucho, sobre temas políticos y de inseguridad, por supuesto la derrota para su partido en esta transición de la que estamos en víspera.
Según leía, al salir de la reunión obsequió a los periodistas un libro sobre la historia del futbol en Victoria, desde la época de Cuerudos hasta el nacimiento de Correcaminos.
No me queda duda que la intención del todavía gobernador fue buena: recuperar la posición de Primera División para el que considera su equipo, Correcaminos, y que al menos en este periodo fue suyo en toda la extensión del término.
Lo que faltó decir, creo yo, fue reconocer en ese mismo ánimo que los métodos no fueron los más precisos, como el ceder la administración a un miembro de su familia que si bien se le reconocía como hombre de negocios, quedó claro que en lo deportivo está años luz de lo que se necesitaba.
A lo mejor lo dijo pero no trascendió de esas cuatro paredes que el apoyo fue bueno, pero que a quienes cedió la confianza de estar en el club lo convirtieron en una secretaría más donde los recursos fueron inagotables y se contrataba sin ton ni son, nunca se sentaron las bases de un proyecto, se vivió al día, con gente que igual hoy que mañana gastaban millones en técnicos sin idea, jugadores lesionados y recomendados, en un vicio que hasta la fecha prevalece pues en el organigrama siguen los mismos.
Tal vez no lo dijo porque seguramente se lo pintaron de forma distinta, le salieron con el trillado cuento de “la pelota no entró”, “el rival también cuenta”, o como el que actualmente dan: “el árbitro nos perjudicó”.
Seis años donde se perdió energía, ánimos, valioso tiempo y sobre todo mucho dinero de los tamaulipecos.
@luisdariovera




