A propios y extraños sorprendió la columna publicada en el Washington Post apenas el pasado sábado por el Director Editorial de la revista Foreign Affairs, Jonathan Tepperman, titulada “How México´s President may have rescued his country” (Como el Presidente de México puede que haya salvado a su país).
El punto medular del texto consiste en destacar la virtud de Enrique Peña Nieto de reunir en un fin común a todos los actores políticos del país después de una polarizada elección en el 2012. Ese objetivo para todos plausible eran las reformas estructurales: liberalización del sector energético, combate a monopolios, reestructuración educativa, modernización del marco regulatorio de la banca, fueron algunos de los avances legislativos que hoy parecen en el olvido.
Después del Pacto por México, fueron aprobadas 85 reformas de gran magnitud con una aprobación del 80% de los legisladores y, a pesar de los escándalos en los que se ha visto envuelto Peña Nieto, se nota que es un presidente valiente al seguir enfrentando los costos de que los beneficios de las reformas son de largo plazo, nos dice el autor del libro “The Fix”.
En efecto, los beneficios de las reformas no son palpables en el corto plazo. Por ejemplo, los precios de los combustibles llevan a pensar a la generalidad que la reforma energética falló o que los bloqueos y paros en contra de la reforma educativa presumen que ésta no sea del todo positiva para los estudiantes.
Coincido en que la responsabilidad en diversos asuntos de naturaleza legal y política (Casa Blanca, Ayotzinapa, etc.) son responsabilidad del Presidente y de él nada más, sin embargo, los avances legislativos son obra del consenso conseguido. Habrá quien diga que son reformas que no pasaron cuando Acción Nacional estaba en el Poder Ejecutivo por la mezquindad de los legisladores del Revolucionario Institucional. Y probablemente encontremos videos en youtube sobre cómo uno u otro personaje hablaron mal de la reforma energética allá por el 2008 y en el 2013 reconocieron sus bondades. Baraja política que todos los partidos están dispuestos a jugar.
El logro del Presidente fue aprovechar el gas que le dio el triunfo electoral para desparalizar al Congreso de la Unión (así, sin nombres ni apellidos) y aunque en el imaginario colectivo “no le sube mucha agua al tinaco” es innegable que al menos durante los primeros dos años de su administración hubo la suficiente capacidad y civilidad política de todos los actores, principalmente priistas, panistas y un sector del perredismo, para darle al país las herramientas normativas para salir adelante.
Probablemente, si la herramienta no se usa o se usa mal, el trabajo no va a quedar bien hecho. Pero habrá que reconocer que quien fabricó el martillo o el serrucho lo hizo bien. Los que lo utilizan o lo revisan, quizá sean los que andan mal.
Los resultados no han sido los esperados, pero el despertar legislativo sin duda es un logro que lamentablemente no podemos percibir en lo cotidiano de
nuestras vidas.
A ojo de buen cubero
Comparto el texto original del artículo: https://www.washingtonpost.com/opinions/how-mexicos-president-may-have-rescued-his-country/2016/10/14/5154235a-8ff1-11e6-9c52-0b10449e33c4_story.html?postshare=231476548198271&tid=ss_tw&utm_term=.c395cc3a4a6b




