La decisión del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto de imponer los días 3 y 10 de febrero nuevos ajustes a los precios de las gasolinas indica que el Señor de los Pinos da al PRI por muerto de cara a la sucesión política del 2018 y que ya no hay nada qué hacer para impedir lo que a decir de los especialistas será un inevitable descalabro.
De otra manera, es decir, si el tricolor tuviera la posibilidad, aunque fuese muy pequeña, de seguir al frente del gobierno del país el siguiente sexenio, quizá EPN no habría adelantado un año el incremento a los combustibles, mucho menos impuesto otro aumento apenas un mes después de los aplicados al inicio de enero y del repudio generalizado de la población causado por la impopular medida.
Seguramente el primer mandatario considera que de nada serviría atrasar las alzas si de cualquier manera la derrota priista está decidida,
así que, como tal vez piensa que ya ni un milagro salvaría al partido en el que milita de otra debacle electoral, hará lo que señala el manual del modelo neoliberal, a pesar de que sabe que con ello cavaría la tumba del partido político que lo llevó a la presidencia.
En ese eventual escenario, la lucha por la candidatura presidencial del PAN se tornaría más intensa que nunca.
Para empezar, por cierto, la víspera de la conclusión del mandato constitucional del gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, empezaron a
sacar a la luz pública la deuda de 23 mil millones de pesos que dejará el precandidato presidencial a su sucesor, Antonio Gali Fayad, que
aseguran que comprometen las finanzas estatales hasta por 30 años.
Si el golpeteo para sacar al poblano de la contienda interna tiene éxito, la pelea por la postulación sería protagonizada por Margarita Zavala y el dirigente nacional, Ricardo Anaya Cortés, los aspirantes que están a la cabeza de las simpatías ciudadanas, según indican los resultados de las encuestas de opinión más recientes.
Ahora que si, como se afirma en las redes sociales, el PRI y el PAN han pactado dejar en manos de un panista el gobierno de la República para cerrarle nuevamente el paso a Andrés Manuel López Obrador, como lo hicieron en la sucesión del 2006, la disputa presidencial podría tornarse riesgosa, sobre todo si una ocasional victoria del abanderado de Acción Nacional no es clara o deja lugar a dudas, como sucedió con la de Felipe Calderón Hinojosa hace 10 años, ya que los partidarios de AMLO no se conformarán otra vez con cerrar el Paseo de la Reforma de la capital del país para impedir un probable despojo.
Imagínense a los activistas y seguidores de la Coordinadora Nacional del Sindicato Magisterial, la CNTE, bloqueando carreteras, autopistas y tomando escuelas y palacios de gobierno, como con los que pusieron en jaque al gobierno a raíz de la reforma educativa, hicieran lo mismo si no reconocen los resultados de la jornada sucesoria, la vida del país podría tornarse caótica.
El triunfador oficial se vería obligado asumir el cargo apoyado por la fuerza pública o tendría que ingresar por la puerta trasera del
Palacio Legislativo de San Lázaro, como lo hiciera Calderón Hinojosa, o habilitarse algún recinto externo para dar cumplimiento al requisito constitucional que exige que el presidente electo rinda la protesta de ley en la sesión de apertura de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
Independientemente de que pierda o gane el Peje, lo que parece un hecho es que gracias al arrastre popular del tabasqueño no serán pocos los candidatos a diputado, senador y alcalde que consigan la candidatura de MORENA que llegarán a los ayuntamientos, las gubernaturas, congresos locales y federal con sólo subirse al camión del nativo de Macuspana.
He ahí una de las razones por las que algunos priistas y perredistas se aprestan a pelear con todo la camiseta del Movimiento Regeneración Nacional.
La que en el afán de impulsar el desarrollo del municipio no pierde el tiempo, por otra parte, es la alcaldesa Magdalena Peraza Guerra. La
titular del ayuntamiento de Tampico ha sostenido reuniones con los directivos del grupo Tampico para que se reabra el Cine Alameda, que tiene 20 años cerrado, igual que con otros empresarios porteños para convencerlos de que instalen negocios en las orillas del Canal de la Cortadura y todo aquello que ayude a reactivar la economía de la ciudad.
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