Ocampo, pueblo fundado por don José de Escandón y Helguera el diecinueve de mayo de 1749 con el nombre de Santa Bárbara, estaba ubicado en sus inicios en un lugar conocido como Tanguachin pero debido a las inundaciones provocadas por el río tuvieron que cambiar de lugar que es donde hoy se ubica…. Su primera autoridad fue el capitán Juan Francisco Barberena, gente allegada al colonizador Escandón y para 1770 la villa tenía una población de 550 habitantes sin contar a los niños la que la hacía destacar como uno de los pueblos más importantes de la época como paso obligado para ir a principalmente a Ciudad Victoria, Mante y Tampico.
Pues bien, conocimos este pueblo allá por 1960 cuando siendo estudiante de preparatoria nos tocó tratarlo como titular de los Censos Agrícola y Ganadero de ese pujante municipio donde tuvimos la suerte de tratar a su gente, siempre amable, atenta y muy conversadora.
En ese entonces sus calles eran de terracería y para llegar hasta ahí teníamos que transitar por un camino vecinal que nacía poco antes de llegar al poblado El Limón y de ahí abordar un autobús de los de antes cuyo trayecto se realizaba en hora y media cuando bien no iba aunque en la mayoría de los casos lo hacíamos “trepados” en un camión cañero.
La única ventaja es que nos “llenábamos” de comer caña de azúcar que ante el hambre que traíamos nos sabía a gloria.
La presidencia municipal era un edificio de adobe, la plaza principal como se le llamaba, estaba cubierta de árboles, su comercio estaba integrado por dos o tres tendajones donde los habitantes acostumbraban “aventarse” sus cervecita.
Ahí me encontré con varios paisanos de Llera, de aquellos que trabajaban en El Paludismo y con quienes los fines de semana nos reuníamos a platicar y disfrutarlo en grande en el tendajo de don Pacines. Un hombre simpático y muy amable.
Para mí fueron tiempos felices que me dio la oportunidad de conocer mucha gente.
Con los años llegan a ese hermoso pueblo los hermanos Alfonso y Joel Roque Rodríguez a trabajar como maestros y nuestras visitas se hicieron más frecuentes.
Ahí contrajeron matrimonio y ahí se quedaron a vivir.
Hoy forman parte de la sociedad civil de la antigua Santa Bárbara y cuando tenemos oportunidad de viajar a esa ciudad no dejamos de irlos a saludar y de paso recordar aquella juventud que nos tocó vivir cuando jóvenes.
Gracias a Poncho como a Joel Ocampo es un pueblo bien querido y respetado por esta tribuna.
Dentro de las anécdotas que bien recuerdo y no se olvidan está la ocasión aquella cuando Nachito Salas, entonces trabajador del paludismo y al calor de una que otra cervecita se le ocurrió gritar “arriba Llera, la capital del mundo”.
Ante esta expresión se levanta un parroquiano para reclamarle ¿ Y Ocampo qué?
Calmantes montes y nos amanecemos, gritando a todo pulmón aquello que dio vida a una popular frase que todavía se estila “Arriba Ocampo, el Vergel de las Américas y capital del mundo entero”.
Desde entonces creo yo se sigue repitiendo esta frase.
En fin traemos a nuestros recuerdos estos detalles porque Ocampo, sin temor a equivocarnos fue y sigue siendo después de Llera y Ciudad Victoria, nuestra ciudad de nacencia.
Ahí aprendimos a trabajar, por lo tanto cómo olvidarlo.
Hoy lo gobierna nuestro viejo amigo Pedro Ortiz.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.