Ojos y oídos de Enrique Ochoa Reza, presidente nacional del PRI, el oaxaqueño José Murat Casab fue quien, en términos prácticos y operativos, encabezó la reunión de trabajo realizada el pasado jueves en el salón Eufrates del Hotel Paradise, en Ciudad Victoria, con la clase política tricolor tamaulipeca.
Con voz pausada y algo rasposa, con franco tono reflexivo, el presidente nacional de la Fundación Colosio tomó la palabra casi al final del encuentro. ‘Todo terreno’, tal como se describió a sí mismo, emitió cada palabra con su amplia experiencia.
Después de comentar que Tamaulipas era el sexto estado que visitaban en donde el PRI es oposición -aunque alguien lo corrigió y le dijeron que era el séptimo-, el ex gobernador de Oaxaca adelantó: ‘Al final voy a hacer un comentario de Guanajuato y -recalcó- que va a tener que ver con ustedes, por lo que escuché’.
Así, luego de una serie de planteamientos sobre el aprendizaje que deja perder una gubernatura, José Murat citó una historia reciente con la que se topó en Guanajuato.
El emblema de la zona del Bajío no es cualquier entidad: es un estado con una larga tradición ultraconservadora, muy ligada a los tiempos del Virreinato, con un catolicismo muy activo en todos los renglones de la vida social y política. Es tierra de cristeros.
Ante los priistas tamaulipecos, Pepe Murat expuso: ‘Tenemos 28 años de no gobernar Guanajuato’. Y preguntó: ‘¿Sí saben eso, verdad?’. La militancia tricolor asistente a la reunión respondió, como si estuvieran en un salón de clases, al unísono: ‘Sí’.
Pausado en sus expresiones, el oaxaqueño relató: ‘En esa reunión los senadores y los diputados ‘se dieron bonito’… aspirantes… a no sé qué… porque no tenemos nada’.
Cuando comentó eso, todos rieron. Cualquier semejanza a la realidad priista tamaulipeca es mera coincidencia.
Tras el planteamiento, el ex diputado federal en cuatro ocasiones y ex senador de la república precisó:
‘Pero en esa reunión había un joven diputado local, de 23 años, que al estar escuchando todo lo que se decía, se paró y dijo: ‘Lástima que no tengo edad para ser candidato a gobernador de Guanajuato”.
Con énfasis en preguntas y respuestas de esa conversación en tierras guanajuantenses, José Murat subrayó:
‘Y yo me quedé así y lo interrumpí: ¿Oye pues cuántos años tienes? Me dijo 23. Oye y sacaste la diputación local de mayoría. Me dijo: ‘Sí’. ¿Y cuántos municipios hay en tu distrito? ‘Cuatro’. ¿Cuántos municipios componen el distrito electoral federal? ‘Ocho”.
Casi para rematar la historia, puntualizó: ‘Bien amigo -se llama Lorenzo-, retírate de esta reunión, ya no escuches a estos’.
Las risas y hasta las carcajadas se soltaron entre los priistas tamaulipecos. Algunos aplausos se dejaron caer. La reflexión del experimentado oaxaqueño estaba prácticamente consumada. Es hora de trabajar y no de pelear.
Y remató el diálogo sostenido con ese joven diputado local de Guanajuato con un tono más enfático: ‘Estás perdiendo el tiempo. Ya no los escuches. Vete a tu tierra. Consolida los cuatro municipios que tienes. Trabaja los otros cuatro. Dentro de ocho meses vas a ser candidato a diputado federal, sin duda. Vas a ganar el Distrito. Y si la vida me permite vivir cuatro años más, me llamas. Me voy a venir a trabajar contigo, porque voy a trabajar para hacerte gobernador. Ve y trabaja en tu tierra, para que algún día seas gobernador del estado’.
Divertido, el presidente nacional de la Fundación Colosio expresó: ‘Nos hizo caso. Se levantó y se fue. Está chambeando en sus municipios y con su gente. Ganó cuatro. Va por cuatro más. Y va a ser diputado federal. Eso es lo que tenemos qué hacer’.
Y remató: ‘Yo espero que la vida me lo permita en la próxima elección para gobernador estar en la toma de protesta de una priista o de un priista que sea gobernador de Tamaulipas’. Todos aplaudieron.
La lección de José Murat, el político que más escucha Enrique Ochoa Reza, sobre el caso Guanajuato dejó un aprendizaje entre los priistas tamaulipecos. Esa fue la percepción. Y es que ninguno de ellos quiere ser oposición durante 28 largos años.
Y PARA CERRAR…
Ni gritos, ni ‘sombrerazos’. Nada de eso hubo en la ‘reunión de trabajo’ del pasado jueves. Acaso hubo indirectas de Alejandro Guevara para Oscar Luebbert, o ‘las directas’ de ‘El Betico’ para Aída Zulema, pero nada más. Nadie gritó, nadie manoteó. Todos bien portados.
Eso sí, quienes participaron, en su mayoría, hablaron directo y claro. Recuerden: Los priistas son institucionales hasta en la derrota.