Salgo de mi casa a efectuar unas compras de última hora a una tienda de conveniencia, de esas que abundan y que sustituyeron a los “changarros”, mismas que el ex presidente Vicente Fox prometió alentar, pero que sólo logró invadirnos de OXXO´s.
Al meterme al carro, me ajusto el cinturón de seguridad para no hacerme acreedor a una multa. Manejo por las calles pensando en el tema de moda, en el tema de todos; la inseguridad que nos rodea.
Pronto desvié mi pensamiento y le pido a Dios que cuide a mis hijos, a mis hermanos, a mi mamá, a mis amigos y ya de paso, a todos los mexicanos.
Luego me pregunté por qué vivimos esta difícil situación. Me cuestiono qué hicimos mal, cuándo nos descuidamos y por qué estamos como estamos.
Sin quererlo, me asalta la conciencia y no deja que me mienta a mí mismo. Antes de dar la vuelta a la izquierda para dirigirme a la tienda de las dos equis que se reproducen como conejos, sacudí la cabeza para quitarme esos terribles pensamientos.
“No te hagas Miguel”, me dice mi conciencia. “No eres tan tonto como muchos piensan. Fuiste a la escuela y sabes contar más allá del cien. Al menos, como dice un amigo, no te hacen tonto con la feria en los camiones. Así que aplícate y sé objetivo y leal contigo mismo”.
Con cierta desilusión recuerdo que el PRI tuvo más de setenta años para construir un país distinto al que vivimos y en el análisis del recuento, mi partido, al que siempre he pertenecido y servido, no sale muy bien librado.
En seguida se me vienen a la mente las palabras del controvertido Sr. Fox, cuando dijo que él sería el Elegido, el Mesías, el Moisés que conduciría a su pueblo a sacar a las culebras, tepocatas y no sé cuántos más animales de Los Pinos. Me enoja cuando recuerdo que se asumió como el presidente del cambio, quien transformaría a México y de paso, construiría el país que merecemos. Luego me pregunto por qué nos dejamos engañar como si no tuviéramos la capacidad de razonar.
Al llegar a la esquina, también recuerdo las palabras de Felipe Calderón, el candidato que Fox presumió como suyo para derrotar al tabasqueño, al decir que los delincuentes eran sólo una ridícula minoría que desafiaba al Estado Mexicano. Me acuerdo que habló mucho cuando fue presidente, intentando inútilmente de convencernos de que todo iba bien, que México crecía, que era seguro, que iba a salir adelante.
En ese momento me pregunté, ¿en qué país pensaron Fox y Calderón que vivían? ¿Sería el mismo que los demás mexicanos vivimos todos los días?
Al transitar por las calles repletas de baches, se me vino a la memoria la cara de la madre de uno de los 2 estudiantes que fueron asesinados en el Tecnológico de Monterrey hace varios años. Pienso que hay dramas, rostros de gente que por lo atroz del hecho, nunca olvidas. Evoqué en mi cerebro la serenidad cuando dijo que los soldados deberían ser más cuidadosos para que no volviera a suceder lo que le pasó a su hijo.
Después me resurge la escena que vi por la televisión cuando está en el panteón dándole cristiana sepultura al hijo que acababa de perder. La señora permitió que sus lágrimas resbalaran por sus mejillas sin importarle la impertinencia de las cámaras y micrófonos sobre su rostro. Una tras otra, recuerdo haberlas visto caer, sin que algo las pudiera detener. En forma por demás egoísta, le pedí a Dios que mi familia nunca viviera ese trance. Luego, me arrepentí y le supliqué que ese drama no lo viviera nadie, amigo o no. En mis oraciones le rogué que nadie sufriera un trance como ese.
Llego a la avenida y me detengo a pesar de no haber señalamiento. Entiendo que la costumbre me indica que siempre hay que hacer alto en una intersección. Me asomé a la izquierda, luego a la derecha y descubrí una escena que me conmovió.
En la esquina, esperaba cruzar la calle una persona desconocida para mí. Veo a mi lado y observo a mi hijo, absorto, con unos audífonos que le tapan sus oídos, escuchando alguna melodía en su reproductor de música. Después, vuelvo a ver la escena que me conmueve. Me quedo mudo y me lacera lo que miro. Me gana el coraje y me acuerdo del PAN, del PRI, del PRD, de Fox y de Calderón y hasta de Zedillo. Juzgar a los demás, es ocioso, concluyo.
No aparto mi vista del hombre. Ese que hace un enorme esfuerzo por echar a andar su triciclo amarillo, de esos que pocos se ven por las calles, pero que aún existen. Advierto su cara con los músculos apretados que reflejan fastidio, cansancio y coraje con la vida. Su rostro está tostado por los efectos de los rayos del astro rey. Veo el gran esfuerzo que hacen sus piernas para mover el artefacto por la pesada carga de los costales que lleva a cuesta. Duele verlo batallar para impulsar el pesado artefacto de 3 llantas.
Me lastima ver que dentro del triciclo, sentada sobre un costal cuyo contenido desconozco, a una mujer que sostiene contra su pecho a un bebé. No sé si sea niño o niña, pero percibo que lo adora nada más por como lo abraza. Lo protege como si fuera lo único que Dios les permitió tener para ellos. No distingo su cara, porque parece que tiene pena que la vean en un triciclo o por estarle cantando alguna canción de cuna a su hijo. Al menos eso me imagino que piensa para justificar como esconde su rostro
Sigo mirando a la pareja. Dejo de respirar pensando que así le trasmito un poco de mi energía al hombre que hace lo posible por empujar los pedales para atravesar la peligrosa avenida para llevar a su familia a casa.
Le doy gracias a Dios por permitirles pasar la avenida con bien. Volteo y le digo a mi hijo que ese es el México que no debemos tolerar.
Me pregunta cuál.
Le señalo a la pareja del triciclo.
Voltea y me dice: “Eso es imposible papá. Tú siempre quieres que las cosas cambien, pero México siempre ha sido así y no creo que vaya a ser distinto en el corto plazo”.
Me vuelvo a quedar mudo.
Al poco rato llego a una de las tiendas promovidas por Fox. Al salir, busco de nuevo a la pareja del triciclo. La advierto de lejos, intentando cruzar una avenida aún más ancha y más peligrosa. Que Dios los ayude, deseo con fervor.
Regreso a mi carro y me acomodo, pero la escena que acabo de ver, se me incrusta en el cerebro.
Por un acto reflejo, enciendo la radio y escucho que el ex Director General de PEMEX se presentará ante la PGR para declarar sobre un fuerte acto de corrupción. Bueno, dilucido, al menos ya citan a los “peces gordos” a que respondan por sus actos.
Me quedo con la idea que el país avanza, despacio, pero avanza.
Vaya pues, a pesar de todo.