Al iniciar el año 2018, hay muchas razones para desanimarse. Donald Trump sigue echando codazos a los países vecinos —y a casi todo el mundo. México entra en unas elecciones presidenciales reñidas en medio de un sinfín de escándalos de corrupción, un alza de violencia y una economía que no toma velocidad. El líder de Corea del Norte amenaza con lanzar bombas nucleares. Siria, Myanmar, Sudán del Sur, Congo y Afganistán, entre otros, siguen con conflictos internos que expulsan a millones de personas hacia otros países.
Mientras tanto, grupos neonazis y ultranacionalistas están cada vez más visibles en algunos países de Europa, a veces con influencia creciente en el poder político. Y para
colmo, el mundo sigue calentándose poco a poquito como un horno grande.
¡Feliz año nuevo!
Pero a pesar de todas estas malas noticias —y no quisiera desestimarlas, porque algunas son realmente aterradoras, y hay más que ni siquiera las menciono aquí— también hay algunas muy buenas noticias que a veces pasan desapercibidas, y muchas de estas son tendencias a largo plazo importantes para la evolución de nuestra planeta. Aquí pongo una
lista de sólo tres para su consideración.
Primero, si bien la violencia en este mundo sigue —y algunos lugares, desde Siria a Guerrero, llega a proporciones extremas— también vale la pena notar que las guerras entre países casi se han borrado del mapa. Todo eso puede cambiar con una competencia de tuits entre Trump y Kim Jung-un que provoque una guerra de verdad, pero por ahora no hay guerras abiertas entre países soberanos. De hecho, esto es un cambio que se ha dado poco a poco desde la Segunda Guerra Mundial. Todavía hay guerras civiles, ataques terroristas, embates del crimen organizado y muchas otras formas de violencia, pero las guerras internacionales, que fueron un constante en la vida de la gente en todo el mundo
por siglos, han desaparecido por ahora.
Segunda, mientras las desigualdades económicas dentro de países siguen aumentándose, la brecha económica entre países parece estar recortándose. Esto es el resultado, en gran medida, de mejoras económicas en algunos países grandes, sobre todo China, y en menor medida India, Vietnam y otros países asiáticos, mientas los países desarrollados crecen lentamente. En América Latina también se ha visto un crecimiento de las clases medias, sobre todo en algunos países de Sudamérica como Brasil, Bolivia, Ecuador y Chile. En México, el PIB per cápita ha aumentado en términos reales en un 30 por ciento durante las últimas dos décadas, según PNUD, acompañado de mayor acceso a la educación, servicios de salud e infraestructura de calidad. El crecimiento económico en México es menos robusto que en algunos otros países de la región, pero también se está dando.
Tercero, si bien las revelaciones sobre el acoso y abuso sexual en Hollywood, en la política y en otros ámbitos han puesto en evidencia las desigualdades de género que siguen existiendo, y el resurgimiento de grupos ultranacionalistas en Estados Unidos, Europa y la India recuerdan las brechas étnicas, raciales y religiosas que aún subsisten, también han habido algunos avances notables en cambiar el balance de poder entre mujeres y hombres y entre grupos minoritarios y mayoritarios. Sólo hay que recordar que hace un año los dos líderes más influyentes en el escenario global eran Angela Merkel y Barack Obama, una mujer y un afroamericano, para reflexionar como el mundo ha cambiado. En América Latina mujeres han sido electas presidentas de sus países en Chile, Brasil, Argentina, Panamá, Costa Rica y Nicaragua. Son menos mujeres de las que deben haber, pero mucho más que hace una década. Y en Estados Unidos fue una mujer, Hillary Clinton, quien ganó la mayoría de votos en la elección presidencial pasada (si bien no la mayoría en el Colegio Electoral, que decide el resultado final). Y también ahí, el alcalde de la segunda ciudad del país, Los Angeles, es de herencia mexicana (por segunda vez consecutiva), mientras que en Helene, la capital del estado conservador de Montana, se acaba de elegir como nuevo alcalde a alguien que llegó hace unos años como refugiado de Liberia. Vivimos en un mundo de
contradicciones, pero hay señales que poco a poco se va avanzando hacia un mundo un poco más incluyente de las diferencias.
El cambio jamás es lineal ni constante, y hay muchas razones para preocuparnos en 2018, pero también hay algunos cambios positivos para alentarnos al inicio del año nuevo. Por lo tanto, ahora sí, ¡Feliz Año Nuevo!