Las luchas por las anheladas curules del Senado hacia el interior del PRI nacional, aún son demasiado tiernas. Apenas este veinte de enero se llevará a cabo la reunión de la respectiva comisión para definir las rutas y precisar las fechas.
Sin embargo, ya se puede establecer desde ahora que la percepción y valoración de las propuestas en manos del Comité Ejecutivo Nacional, no coinciden con los proyectos y compromisos adquiridos por el membrete encabezado por Checo Guajardo y demás flotilla de aviadores y agentes viajeros de la nómina tricolor.
Esto se debe a la naturaleza negativa del PRI san petrino, como ya se le conoce al helado edificio del bulevar, obviamente, no por su ubicación proletaria, que está muy lejos del boato residencial, sino por el domicilio de su jefe Egidio Torre Cantú, en el municipio más rico del país, aunque allá sí hay ricos de abolengo, pero últimamente se les han colado ricos sexenales.
Como le decía, el PRI de Checo nació ya programado para perder. Aquí en Tamaulipas nadie da un centavo por ellos, desde el momento en que se aliaron con prominentes figuras sexenales para arremeter con todo contra el proyecto de Óscar Luebbert Gutiérrez.
Desde entonces, la tibieza opositora del PRI estatal ha sido el pan nuestro de cada día. Lo peor de todo esto es que el Checo y su pandilla se la han creído, y ahora se proponen darle las contras al equipo de José Antonio Meade, del cual abominan, al igual que lo hicieron con el candidato Enrique Peña Nieto en el 2012.
¿Quién no recuerda los grotescos chistes que hacían desde palacio de gobierno, burlándose de su candidato a la presidencia de la república? ¿Y quién no recuerda también los grandes negocios que en ese tiempo hizo en Tamaulipas la empresa comercializadora de pinturas, estrechamente ligada a la abanderada panista Josefina Vázquez Mota y su familia?
No nos engañemos: cuando el PAN gana la gubernatura en el 2016, ya hacía mucho tiempo que, desde el Gobierno del Estado gobernado por las siglas del PRI, el poder simpatizaba con los candidatos azules a la presidencia. Sucedió con Fox, con Calderón y con Josefina.
Ya desde el 2000, el voto cruzado hizo su efecto, propiciando el triunfo del ranchero guanajuatense ante Labastida.
Con Calderón sucedió lo mismo para aplastar al tabasqueño Madrazo. Y con Vázquez Mota, la tendencia anti PRI, en las presidenciales, se mantuvo, aunque, a ETC y compañía les salió el tiro por la culata, y finalmente se impuso el priista Peña Nieto.
Los datos ahí están para el que quiera consultarlos. La historia no puede mentir, porque está confeccionada de hechos, y ellos nos dicen que el equipo de Pepe Meade tiene en Tamaulipas a un PRI que jugará las contras, nuevamente, por cuarta vez consecutiva como el Caballo de Troya que siempre ha sido, o sea, traidor a la causa del candidato presidencial del tricolor.
En este sentido, ¿cuál es nuestra conclusión?
Pues mire usted, si tiene el pico de un pato, camina como pato y nada igualito que este animalito, lo más seguro es que la candidatura de Pepe Meade, en nuestro estado, sea convertida por obra y gracia del guajardismo, en una candidatura marca ‘patito’, o sea, destinada a perder.
Es muy loable que una parte del priismo fiel y cien por ciento leal, en Tamaulipas, exprese su apoyo a su candidato presidencial. Pero, como los que van a hacer el juego, son priistas contrarios al proyecto del abanderado priista a la Presidencia, apuéstele usted, desde ahora a que, ya negociaron con Ricardo Anaya, o incluso, hasta con AMLO.
Por lo tanto, si el equipo de Pepe Meade, quiere obtener un resultado decoroso en la elección del 2018, lo primero que tiene que hacer, es cancelarle la franquicia al
PRI guajardista en Tamaulipas.
De lo contrario, desde ahora se los adelanto: en la elección de este 2018, les van a vapulear a su candidato.
En cómodas mensualidades, el Checo y su pandilla, ya le están vendiendo al PAN y a MORENA, la derrota de Meade.
Y créame que no batallarán mucho para consumar su traición. Simplemente mirarán hacia otro lado, y se harán los despistados. Al final, le echarán la culpa a Meade, y dirán que cometió graves errores. Ya están acostumbrados. Así le hicieron con la candidatura de Baltazar, en el 2016. Simplemente se lavaron las manos.
¿Quién les va a impedir que vuelvan a traicionar a su propio candidato?
Si el PRI ya le metió zancadilla a Peña Nieto en el 2012, si volvió a apuñalar a su candidato a la gubernatura, en el 2016, y si fue capaz de boicotear a Óscar Luebbert, dígame usted ¿por qué no volverá a las andadas en este 2018..?