Del huevo de la avestruz al huevo de la serpiente. Cacaraquear el huevo es la felicidad de toda creación.
Para Miguel Ángel Gurría es extraordinario. Sus gestos televisivos la noche del lunes, demuestran una gran capacidad histriónica y una extraordinaria cacofonía y pulida producción de ósmosis inversa que da origen al huevo del avestruz y que es un acto heroico poner y más cacaraquearlo.
Se requiere estar libre de todo estreñimiento y soltar con la cadencia de Sofocles el ovoide más hermoso para decorarlo con las glorias económicas de México.
Gurría movió sus brazos en frenético aleteo y sus gestos intuyen la cabeza del enorme gallinaceo que impresionó al auditorio, que cacaraqueó su huevo como un festejo patrio a la Ramón López Velarde.
Para Miguel, el Ángel Gurría, fue un primor ese huevo en el discurso primitivo.
Para nosotros los mexicanos que defecamos huevos de patio.
Tenemos temor que el cacaraqueado Huevo de Gurría sea el huevo de la serpiente emplumada en las elecciones presidenciales de 2018 .
