Hace poco más de ocho años Óscar Pérez Inguanzo y Javier Gil, ambos alcaldes del sur de Tamaulipas; Tampico y Altamira para ser precisos, se dejaban convencer por el canto de las sirenas y se aventuraron a desafiar la candidatura del doctor Rodolfo Torre Cantú, bien amarrado en la boleta por el PRI, eran los tiempos aún del partidazo y la historia terminó muy mal, hoy las melodías vuelven a sonar con actores diferentes, pero el final puede ser igual, con un azote en el suelo.
Así es mis queridos boes, resulta que por aquellos años, solo la muerte podría arrebatarle la gubernatura a Rodolfo Torre, porque las encuestas y en general el contexto político lo marcaban, ocurrió la tragedia, la muerte llegó para el candidato del PRI y la historia ya la sabemos.
Gobernó Egidio Torre, el hermano del muertito y Tamaulipas se sumió más en la violencia que ya arrastraba, el gobierno se súper endeudó bajo el pretexto del combate a la inseguridad, se transaron millones de Salud, obtuvieron cientos de millones por obras chafas y otras que no se hicieron… pero esas son otras historias.
El caso es que antes de la elección, Pérez Inguanzo y Javier Gil se creían los escenarios que los suyos les fabricaban en los que les aseguraban a cada uno por su lado que el candidato a la gubernatura por el tricolor tendría que ser el.
La Estrella del sur, algo así decían que era Pérez Inguanzo y al otro no le veían más mérito que su parentesco con Eugenio Hernández Flores, si el que está detenido en Tamatán.
Cada quien por su lado le disputó la candidatura a Rodolfo Torre, a columnazos, con golpes bajos, con filtraciones mala leche y con movimientos de rechazo entre el gremio empresarial y de la sociedad civil organizada que no fructificaron.
Rodolfo fue candidato y salvo porque lo mataron, hubiera sido gobernador, mientras que OPI y Gil malgastaron miles de pesos por las adulaciones que solo ellos y los que se las proveían se creían.
Hoy, ocho años y cacho después está ocurriendo lo mismo con algunos alcaldes electos que desvían los esfuerzos de construir un buen gabinete y preparar planes municipales para sacar de la barranca a sus municipios, porque los cantos de las sirenas, como las que escucharon Pérez Inguanzo y Gil les retumban en sus oídos.
Tal como lo leen, hay alcaldes electos que todavía no se sientan en la silla municipal y ya se les hace chiquita, poca cosa para ellos y se andan convenciendo de que su lugar está ahí en el 15 Hidalgo y Juárez, en el tercer piso, en el privado que hoy ocupa Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Les han hecho creer que las circunstancias políticas de Tamaulipas tras la elección de hace un mes les pone en el lugar correcto y que es la hora de ir por la grande.
El análisis que les han vendido es tan simple como que: si se perdió la senaduría y uno de los encargados de sacarla adelante era el segundo de abordo en el PAN y candidato y encargado eran los que soñaban para el 2022; entonces tú eres el bueno.
Y ¿qué creen?, los cantos que hoy tienen mareados a esos alcaldes electos en su mayoría tienen voces tricolores que saltaron el barco mientras se hundía y se treparon al ferry azul donde les dieron cobijo.
La estrategia es bien sencilla: convencen al alcalde electo de que están listos para la gubernatura, les arman un plan de medios, les bajan una millonada para implementarlo y capaz que es chicle y pega.
En el caso de Oscar Pérez Inguanzo y Javier Gil hace más de ocho años, el chicle no pegó, el final fue tan trágico, sobre todo para el ex alcalde de Tampico que terminó prófugo, odiado por sus propios ex empleados en la alcaldía, luego preso y tras ser liberado, en el autoexilio.
No se si la historia se pudiera repetir, lo que si se es que hay alcaldes electos ya convencidos de que pueden ser gobernadores, cuando no han demostrado que tienen tamaños para ser presidentes municipales, pero si se que en sus equipos hay gente que tiene harto interés en convencerlos para iniciar el juego de la gubernatura
Y no es que esos que ahora le hablan al oído a los alcaldes electos crean que estos están hecho para cosas ‘chingonas’ como dijera el Chicharito; es más muchos de los aduladores de hoy saben que los interfectos no serán capaces siquiera de llevar una buena administración municipal, pero sueñan con ser amigos de un gobernador.
Es decir esos que hoy venden un futuro que no llegará, en realidad tratarán de conseguir su sueño; salir de pobres con un ‘cuate’ mandando en el tercer piso del Palacio de Gobierno y sino ganan, por lo menos bajarles una buena lana para implementar la estrategia con esa intención.
Habrá que recordarles a esos que venden espejitos a los electos y estos mismos, que algunos de ellos apenas si movieron uno que otro dedo para ganar la elección y que sin excepción le deben la mayor parte de su triunfo a la operación directa del jefe político que despacha en la oficina con que ellos y sus ‘sirenas’ sueñan.
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