A más de 1,600 kilómetros de Tamaulipas, en Ciudad Juárez, mañana se realizará el primer foro por la paz, propuesto por Andrés Manuel López Obrador, como uno de los métodos para armar en conjunto con la ciudadanía, su planteamiento de seguridad para los próximos seis años.
Es evidente el mal tino del equipo lopezobradorista, que excluyó a las ciudades tamaulipecas de esta gira, en la que se reunirá con colectivos de desaparecidos, víctimas y especialistas.
La decisión desconcierta porque las reuniones en Reynosa y Victoria ya estaban agendadas, pero sobre todo, porque -no está de más recordarlo- los tamaulipecos tienen mucho qué contar al respecto. Basta ver los índices de desapariciones, homicidios y secuestros de la última década, para entender que el estado necesita ser escuchado y atendido, desde la esfera federal.
Pero lo más grave, es que los dichosos foros de consulta parecen más una maniobra mediática que una política eficiente, si se considera que el fin último, como ha insistido el mismo López Obrador, es pacificar al país.
Así, de su boca y de los especialistas que lo rodean, hemos escuchado hasta el cansancio que se otorgará amnistía a los campesinos que siembran amapola en Guerrero; que habrá becarios y no sicarios; y que serán antes, los abrazos que los balazos.
Propuestas todas ellas, altamente redituables en lo electoral, pero que contribuyen poco a entender cómo va a frenar la ola criminal que azota a prácticamente todo el país y, que tan sólo el año pasado, dejó más de 31 mil homicidios: 85 asesinatos al día.
¿Qué va a cambiar en la estrategia de seguridad federal, para detener la ordeña de ductos? Un delito que en el 2017 le generó pérdidas por 30 mil millones de pesos a Pemex.
También vale preguntarse, quién va a meter mano en las aduanas para derrumbar una estructura criminal y de corrupción que las convirtió al mismo tiempo, en una coladera de productos ilícitos y un dolor de cabeza para la industria legal.
La fuerza económica del crimen organizado, es lo que lo convierte en un poder fáctico que manda en amplios territorios del país. ¿De los foros de consulta va a recoger la estrategia para torpedear sus estructuras financieras?
Tamaulipas vivió los últimos seis años, un abandono inmerecido del gobierno federal, que ha obligado a la entidad a rascarse con sus propias uñas en el combate a la delincuencia.
Aquí, la lección está bien aprendida: ignorar la gravedad de la crisis y recurrir a la simulación, es la receta perfecta para el desastre.
Por eso la preocupación es legítima, si López Obrador no se va a tomar en serio el flagelo que padecen miles de personas en Tamaulipas, millones de personas en el país, la decepción llegará más pronto de lo previsto.
Los familiares de desaparecidos, fueron los primeros en expresar un cuestionamiento muy claro: su voz merece ser escuchada y su lucha tiene que ser atendida.