Caray, ante la indiferencia de cierta casa bancaria que tiene meses de mantener el cajero automático fuera de servicio sería conveniente que la autoridad municipal que encabezaHéctor de la Torre Valenzuela invitara a otra institución a instalar ya sea una sucursal o un cajero automático en Llera, pues quienes sufren las consecuencias de este alejamiento son principalmente sus clientes cautivos, el comercio y el pueblo por lo tanto ojalá alguien de los mencionados se les ocurre la idea de gestionar la instalación del servicio pues ahí está un cajero pero sin dinero e incluso dentro de una celda de rejas como si estuviera “encarcelado”.
Ojalá alguien pueda hacer algo por el pueblo de mis mayores y pongan en libertad el mencionado cajero, pues para castigo y encierro ya fue mucho. Digo.
Como han pasado los años pero también han cambiado bastante pues oiga usted allá por los años mozos de nuestra juventud se realizaban en el viejo kiosco de la plaza fabulosos y alegres bailes amenizados por un grupo de músicos que llegaban a Llera en El Rojo de las
Cuatro de la tarde y el hecho de que el bus se estacionaba frente a un restaurante que regenteaban primero doña María Quiñones y después la señora Socorrito Conde, pues la raza luego a lueguito se daba cuenta que habría baile y con tiempo se bañaban, se ponían su mejor ropita, se boleaban el calzado y a buscar bailadora o novia si es que no la tenían.
Los bailes principiaban a las siete u ocho de la noche para terminar a la media noche ya que era la hora en que un señor apagaba las lámparas que eran de gas y todo mundo a dormir, pues de lo contrario aquellos que se pasaban de la hora eran encerrados en la cárcel municipal, un cuarto construido a base de sillar y con una gruesa puerta de madera
a cuadros que difícilmente se podía escapar, siendo si mal no recuerdo Atanasio Coy, el único que se escapó haciendo un agujero en la gruesa pared.
Coy era una persona muy conocida que aparte de vender “carne seca y bien oreada” acostumbraba cargar en su espalda un viejo colote donde llevaba la carne, recorría todo el pueblo y una vez concluido su trabajo se ponía a jugar billar en el que por cierto era todo un señor maestro para la “bolita y la carambola”.
Generalmente nadie le ganaba y cuando lograba meter “las bolas” a la buchaca en tono alegre y burlista decía “para que aprendan cagados”.
Nunca se peleaba ni se enojaba.
A propósito la gente le preguntaba cómo le hacía para preparar en un solo día la carne asada, pero siempre se negó a revelar el secreto siendo muchos años después cuando logramos descubrir el ingenioso detalle que por cierto era un método viejo y muy natural por cierto pero el caso es que solo él lo sabía.
Caray, hacemos un paréntesis en este espacio para hacer llegar nuestras sentidas condolencias a la familia bien conocida de don Jorge Gutiérrez Palacios, hijo que fuera del ex presidente municipal don Manuel Gutiérrez Garza y de doña Victoria Palacios, quien falleció ayer en Ciudad Victoria y su cuerpo será hoy sepultado en el panteón municipal de Llera.
Para toda la familia una cristiana y rápida reconciliación.
Con Jorge nos unió una amistad de muchos años y éramos vecinos ya que solo nos separaba el arroyo de la calle.
Eran los tiempos en que aún se jugaba al arco y las flechas, a las pistolas y bandidos, al timbeis, a los encantados y a la roña así como al trompo y a las canicas.
Descanse en paz nuestro amigo Jorge Gutiérrez Garza.
Ayer platicando con Guadalupe Carmona Rico, originario del ejido La Alberca, municipio de Llera y actual tesorero del ayuntamiento, le preguntamos él porque ya no hay chochas ni pitayos y tampoco mezquites en su región, cuando antes el monte se cubría de estos tres artículos respondiéndonos que la raza se acabó las plantas a base de machetazos. Hoy hay que comprarlas
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE