Tal vez no haya antecedentes de la intensidad política con la que se ha vivido la alternancia durante los últimos dos años. Victoria se convirtió en un laboratorio político, donde se pusieron a prueba circunstancias complejas.
Un nuevo gobierno estatal que llegó al poder con un capital político cimentado en el apoyo popular de una mayoría que votó de forma contundente por un cambio.
Al mismo tiempo, un ayuntamiento que tuvo que adaptarse a un escenario adverso, con su partido sumergido en la peor crisis de su historia. Y en esas circunstancias generar las condiciones para que las diferencias no se convirtieran en obstáculos que retrasarán todavía más el desarrollo de la ciudad.
Queda claro que el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca y la administración de Óscar Almaraz Smer, demostraron que cuando hay voluntad política se pueden
desplegar acciones que pongan por delante el interés colectivo más allá de las evidentes diferencias políticas.
Si el Gobernador y el Alcalde estaban en las antípodas del pensamiento, eso no significó parálisis alguna para la ciudad. Privilegiaron las coincidencias para hacer algo por una ciudad que arrastra un rezago de varias décadas, que hacía imposible resolver todos los problemas en un periodo de dos años.
Resulta innegable que la actividad económica de la capital se ha desplomado y que la seguridad sigue siendo una asignatura pendiente. Se trata de dos retos que comprometen cualquier posibilidad real de desarrollo para la ciudad.
Pero en medio de ese panorama negativo, se lograron avances que mejoraron las condiciones de vida de miles de victorenses.
Anote en esa lista el rescate de las principales vialidades de la ciudad, estaban destrozadas, la pavimentación de cientos de calles en las zonas populares y la estabilización de servicios públicos como el alumbrado y la recolección de basura.
Además, un manejo eficiente de las cuentas públicas que le permiten al municipio una transición sin sobresaltos financieros.
A pesar de que en el gobierno estatal manda una administración panista, los acuerdos permitieron la ejecución de obras importantes para la ciudad, como la restauración de una parte importante del primer cuadro de la ciudad.
Este hecho resulta de particular relevancia en la capital del estado, donde muchas veces sufrimos las consecuencias de las rivalidades políticas, incluso aunque los protagonistas fueran del mismo partido.
Nadie olvida cuando Manuel Cavazos Lerma tuvo enfrente a Gustavo Cárdenas como alcalde y la ciudadanía pagó los platos rotos.
Lo mismo pasó cuando Enrique Cárdenas llegó a la presidencia, o en casos más recientes como Álvaro Villanueva que fue relegado por Eugenio Hernández Flores, y Miguel González Salum que fue sistemáticamente boicoteado por Egidio Torre Cantú.
Por esos antecedentes, eran muy altas las posibilidades de que las cosas salieran mal para Victoria en la administración que concluye.
Al final privó la madurez y la sensatez de dos políticos profesionales y Victoria salió ganando, con todo y los retos que aún debe enfrentar.