CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Viajar puede llegar a ser uno de los mejores placeres del ser humano. Para las generaciones mas jóvenes representa una satisfacción aun mayor que casarse, tener una casa e incluso procrear hijos.
Para muchas personas el simple hecho de ‘agarrar carretera’ puede ser una válvula de escape para el estrés del trabajo, la escuela e incluso de la vida en pareja.
Aunque si no se dispone de un automóvil propio lo que está más a la mano para viajar en esta ciudad es el autobús de línea.
De cierta forma esta es la manera idónea para recorrer el estado y visitar metrópolis cercanas como Monterrey o San Luis Potosí y si se desea, también hasta el centro del país o bien más allá de nuestras fronteras.
A través de los años el sector de los autotransportes ha evolucionado a pasos agigantados: las unidades pasaron de ser meros camiones con asientos a modernas unidades con aire acondicionado, sanitarios, señal de internet, y sistemas de entretenimiento personal para hacer no solo menos cansado el viaje sino altamente placentero.
Pero siempre habrá algo que hace que el viaje se efectúe y culmine de manera exitosa: el elemento humano, es decir los operadores de la unidad.
Así es, el señor que conduce es el encargado de llevar a sus pasajeros de manera segura y tranquila hasta su destino. Es alguien a quien casi nunca se le presta atención, sino hasta que hay algo negativo que reprocharle.
Típicas son las historias que se cuentan después de un viaje en las cuales algo no le gustó al viajero, desde la manera de conducir o simplemente porque no encendió (o apagó) a tiempo el aire acondicionado o la señal de WiFi venía fallando.
Se ha sabido incluso de pasajeros descontentos que llegan a agredir físicamente a los operadores.
Pero lo que muy pocas personas suelen ponerse a considerar es el arduo e importante trabajo que los operadores realizan.
No, no solo llevan un volante en sus manos. Llevan a casi dos veintenas de vidas humanas a cargo. También puede que en sus manos esté la responsabilidad de que cierto trámite se lleve a cabo, una entrevista de trabajo que debe cumplirse, la visita a un familiar en el hospital de otra ciudad, el reencuentro de padre e hijos, la entrega de esa canija pieza que le hace falta a su auto que viene por paquetería o la “raya” completa para algún negocio o su ejemplar de periódico Expreso, si usted no residiera en la capital.
El Caminante fue a tratar de ‘pescar’ los testimonios de algunos choferes en el corto tiempo en que hacen escala en Ciudad Victoria para tener de primera mano su apreciación de esta tarea.
Contrario a lo que pueda pensarse la chamba de operador aunque muchos la consideren sencilla en realidad no es nada fácil, empezando desde el asunto de dejar a la familia en casa mientras el autobús devora kilómetros y kilómetros de carreteras con todos los riesgos que esto conlleva. Fácil es imaginar a una esposa en casa confiándole a un ser supremo la petición
de que la cabeza de ese hogar retorne con bien de su jornada al volante.
Actualmente en muchas empresas de autotransportes de pasajeros los operadores trabajan el esquema de estar activos por 24 o 26 días continuos, sólo haciendo pausa para comer y dormir ya sea en instalaciones que la firma les provee o en el camarote dentro del autobús, aunque esto último no se antoja para nada cómodo.
Después de este lapso de tiempo los operadores regresan a su ‘base’ y pueden disfrutar de 5 a 6 días de asueto con su familia.
“Mi esposa se estresa más ahora que los hijos ya están grandes, cuando éramos jóvenes se entretenía cuidando a los niños pero ahora tiene más tiempo para preocuparse” cuenta don Héctor Milán con veinte años de experiencia en la chafireada
A decir de el operador, quien gracias a Dios nunca ha sufrido algún percance carretero esta chamba le ha traido muchas satisfacciones pero como dice él, “afortunadamente ninguno de mis hijos eligió seguir con este oficio, ellos prefirieron estudiar y seguir una profesión”.
El año 1981 fue cuando don Martín Castro, orgullosamente victorense se inició en el arte de conducir un autobús de pasajeros. De entrada acepta que es un trabajo cansado, pero como dice él “la chamba se hace pesada según como lo tome uno, si te traes los problemas de la casa a la unidad todo se te hará más pesado, si andas irritado te alteras fácilmente… por eso es mejor llevársela relax”.
Pero no crea el lector que solo los trayectos largos pueden ser estresantes: en el servicio sub urbano también se cuecen habas. Por ejemplo las minivans que corren sobre la carretera interejidal que conectan puntos como “El Roble” y Santa Engracia, que a decir de Wilibaldo Guevara puede llegar a ser muy demandante pues el da tres vueltas diarias de tres horas cada una y cuando realiza la última salida que es a las seis y veinte, llega al extremo de la corrida y ahí se queda a dormir para evitar los riesgos que puede representar de noche una via como esta.
El paso de los años no perdona a nadie y a los señores operadores tampoco, pues aunque las empresas tratan de darles apoyo siempre con permisos y beneficios extra para que conduzcan sin preocupaciones y de manera atenta el cansancio provoca sus irremediables estragos: dolor de espalda, el deterioro de la vista, lesiones en las rodillas, los riñones etc.
En estas fechas de fin de año y fiestas navideñas no todos van a poder estar en casa disfrutando de la cena de nochebuena.
Es el caso de Juan Carlos, oriundo de Altamira, pues su jornada se alargará hasta el 10 de enero, pero ya platicó con Santa Claus para que no se olvide de llevar los regalos a sus hijos y con su esposa para que tengan un festejo navideño y de fin de año muy a todo dar.
“Lo que ayuda mucho hoy en día son la redes sociales, ahora se puede estar presente en casa por medio de videollamada, no como antes que tenías que usar tarjetas prepagadas para telefonear hasta que llegabas a tu destino” comenta Juan.
Pero algunas veces hay chance de acomodar las fechas como en el caso de Víctor con 15 años tras el volante y castigando la espalda pero que afortunadamente hará un arreglo con su compañero de ruta para que uno de ellos esté en casa el 24 y el otro en el día último del año.
Mencionar cada uno de los peligros en el camino a los que ellos se enfrentan llevaría muchas ediciones de Pata de Perro, pero en esta ocasión, el Caminante se conforma con desearles a los operadores un buen viaje y que lleguen sanos y salvos a su destino, y lo mismo para todos sus fieles lectores de esta sección.