La vida en la capital cueruda acelera y desacelera constantemente. Los victorenses aprenden a sortear los días lluviosos, helados, con viento y calurosos de ‘Marzo otro poco loco’. Las aceras de la zona centro se llenan y se vacían según la hora del día con un montón de transeúntes que van y vienen.
Llega la hora de almuerzo y a la mente de muchos capitalinos de casa y adoptados llega una imagen en particular: las ricas flautas victorenses.
Aunque el debate de que si las flautas son de tortilla de harina, o maíz, o van enrolladas o hechas taquito seguirá por los siglos de los siglos en el microcosmos de la ciudad, cuando pega el hambre no hay tiempo para la discusión y lo importante es llenar el buche.
Pero, ¿cómo prefieren los victorenses sus flautas? Ahí es donde empieza el verdadero misterio, pues hay innumerables factores que influyen en esta cuestión.
El Caminante se fue de preguntón a la zona centro de la ciudad y se propuso descubrir de primera mano cual guiso es el favorito de los entrevistados y en que lugar prefieren comer sus flautas. Un dato curioso es que casi ninguna dama aceptó a dar su opinión, no se sabe si para no verse delatadas por romper la dieta o simplemente prefieren guardar en secreto sus preferencias.
Aunque el precio de cada flauta se antoja para ser la razón mas socorrida a la hora de elegir donde comer este platillo tan conocido, resulta que no es así. En segundo lugar se podría pensar que la cercanía juega un papel importante… pero tampoco. Otros quizá piensen que las instalaciones del comedor, puesto o fonda determinan la predilección del lugar. Pues no.
Después de escuchar la opinión de decenas de ciudadanos, resultó que al victorense primero que nada lo que le importa es que haya de todos los guisos para tener de donde escoger, pues al ciudadano promedio lo que menos le agrada al sentarse a comer es toparse con negativas. “Ya se acabó la deshebrada” o “Ya nomas me quedan de esto y esto” es como un balde de agua fría para el comensal al pedir su almuerzo, comida o merienda. Y claro, estos guisos deben haber sido preparados recientemente y no del dia anterior (por muy bien conservados que hayan sido dentro de un “toper”) pues el sabor delata inmediatamente a un huevo con chile o a un picadillo ya “pasadón” o viejo. Los guisos, aparte de recién hechos deben estar en su punto ideal de cocción y de sal, no exageradamente picosos y bien servidos (las flautas con un relleno “caciqueado” tarde o temprano terminarán fracasando). Cumpliendo con este requisito cualquier lugar que venda este platillo tiene asegurada una clientela fiel.
El segundo punto es la tortilla de harina. Aquí es donde se abre un abanico de posibilidades muy amplio pues hay para todos los gustos. Hay quienes prefieren las tortillas gigantes (como las de “La Flauta soñada”) grandes (como las de “Paco´s”) o de tamaño regular (las “Arce”, o de “La esquina del sabor” del 12 Morelos) e incluso hay quienes las prefieren medianas o (en nombre de la economía) pequeñas de alguno de los cientos de puestos y carretones que abundan en la ciudad, aunque esto no significan que estén “muy pobres” o que no estén deliciosas.
Luego está el asunto de la atención. Al victorense literalmente no le gusta esperar. Cuando la tripa ruge, quiere que a los dos segundos de sentarse en el banco o silla del lugar ya le estén preguntando “cuantas y de qué” y si es posible se las vayan preparando antes de terminar el pedido (y que el refresco que le acompaña este frio, helado, o “bien muerto”)
La preferencia de tal o cual guiso es un asunto muy amplio. Cada establecimiento le pone su sazón particular a cada uno, pero eso si, el “top ten” en la ciudad se lo siguen peleando su “majestad” la salsa verde y la deshebrada (guisada, la “seca” es de menor “rating”) y en un honroso tercer lugar esta el chicharrón, luego el picadillo, huevo con chile (o huevo verde) bistec ranchero, chorizo con papas, huevo con papas, frijoles con queso, Cochinita pibil (muy pocos lugares la ofrecen) y cuando es temporada: chochas (nomas que no estén muy amargas).
En el breve sondeo que el Caminante realizó en la zona centro, el nombre de ciertos lugares se repitió en las respuestas. A la cabeza y a pesar de que los precios son un poco mas altos que su competencia directa se encuentran las conocidas Flautas “Del Arce”, lo mas curioso es que el Caminante platicó con personas de diferentes estratos socioeconómicos, comerciantes, artistas urbanos y hasta en situación de calle y de la mayoría recibió esta referencia.
En segundo lugar (por muy poca diferencia) están las famosísimas flautas de Paco’s, no solo por su buen tamaño, sino por las opciones que dan al combinar guisos, y agregar frijolitos.
También se mencionó a las titánicas delicias de “La flauta soñada” con sus impresionantes dimensiones.
“La esquina del sabor” del 12 Morelos (que próximamente se mudarán al 11 y 12 Morelos) emergió en la lista como uno de los lugares que han ascendido en las preferencias de (al menos) quienes viven, trabajan o circulan a diario por la zona centro de la ciudad.
Pero también un buen número de transeúntes le comentaron al Caminante que el mejor lugar para comer flautas es en los alrededores del mercado, tanto por el sabor de sus guisos como por los buenos precios que ahí se manejan (en los alrededores del 7 Morelos se pueden degustar un rica flautas por solo ¡Seis pesos!)
Pero como no todo es felicidad si hubo quienes le comentaron al Caminante que por razones de salud han dejado de consumir harinas y otros mas que aún no se adaptan a la ciudad y no han abrazado el menú local.
A simple vistazo las flautas seguirá siendo tal vez el platillo mas popular de la ciudad (acompañado a veces de su prima hermana la gordita de maíz) y será un referente a nivel estatal de la gastronomía tamaulipeca. Y ya sea en carretón, restaurante, fonda, o en plena banqueta, las flautas por lo menos a nivel local no perderán su identidad victorense: una tortilla de harina de trigo con diferentes guisos y enrollada (asemejando al instrumento de viento) y acompañada de verdura (repollo o lechuga) con su dotación de salsa.
El Caminante aprovecha para darle rienda suelta al antojo y se despacha cuatro flautas en un comedor de la esquina del 11 Morelos: Salsa verde, chicharrón, picadillo y huevito con chile acompañadas de su “pastura” y un refresco de sabor. Después del delicioso almuerzo podría haber dicho que fue “Demasiada pata de perro por esta semana” pero la verdad es que degustar esta sabrosura no es ningún sacrificio y posiblemente en su andar diario por la capital tamaulipeca vuelva a pedir su dotación de flautas.