Este día ocho de mayo se cumplen 266 años en que nació don Miguel
Hidalgo y Costilla de Gallega, Padre de la Patria, en la Hacienda de Corralejo, jurisdicción de Pénjamo, Guanajuato; hijo segundo dentro del matrimonio formado por don Cristóbal Hidalgo y Costilla y de doña Ana María de Gallega; sus compañeros estudiantes le pusieron como apodo “El Zorro” y aunque no se sabe por qué, se sobre entiende que desde entonces se caracterizaba por su agudeza mental, su valentía y deseos de aprender cada vez más las artes de su tiempo.
Su vida y obra todo México la conoce, razón por la cual no vamos a escribir sobre esto y solo nos concretaremos en recordarlo con respeto, en el entendido de que su nombre será bastante bien pronunciado en las escuelas e instituciones gubernamentales.
A propósito, no hay pueblo mexicano donde una calle, avenida o escuela no lleve su nombre, como es el caso donde el autor de esta tribuna tiene su residencia familiar.
En otras informaciones, déjenme comentarles que ayer se nos vino una buena y saludable lluvia en el pueblo de mis mayores que alegró bastante a sus habitantes, pues ya hace falta que el Supremo Arquitecto del Universo derrame sus bondadosas lágrimas en tierras janambres o de lo contrario nos las vamos a ver muy negras por el resto del año.
Lo que nos recuerda que el nivel del río Guayalejo ha bajado un poco de nivel por dos razones, que son el saqueo del preciado líquido del que es objeto por gente irresponsable y porque la autoridad federal relacionada con el tema le vale una pura y dos con sal.
Caray, por más que informamos que una gran parte del río Guayalejo que atraviesa el pueblo de mi nacencia se está cubriendo de maleza no hay autoridad federal alguna que se preocupe por desmontarlo, al grado de que la maleza ya principia a sobrepasar el puente del citado río, lo que nos permite presumir que de no limpiarlo y ante la proximidad de los ciclones el agua llegará hasta las orillas de la primera Villa fundada por mi compadre José de Escandón y Helguera.
En fin, después no lloremos cuando el agua la tengamos hasta el cuello.
A propósito, allá por el año de 1955 hubo bastante lluvia que algunas comunidades rurales y parte de nuestro pueblo se inundó al grado que una buena parte del Puente del Guayalejo se vino abajo, razón por la cual el servicio de autobuses sólo realizaba sus recorridos desde Ciudad Victoria a dicho puente, en tanto que el puente La Gallina al derrumbarse los vehículos en general hubo necesidad de instalarse un puente provisional, por lo que no sería malo recomendar
a las autoridades del ramo para que se inicie a la mayor brevedad posible la limpieza de este caudal que podría provocar grandes problemas de no iniciar su limpieza a tiempo.
A quienes les causó un gusto enorme las lluvias fue a la gente del campo, pues sus tierras de sembradío, sobre todo las de temporal, ya se encontraban en crisis; aun así hay esperanzas de que algunas siembras se logren y eso es motivo de harta alegría entre los agricultores y ganaderos de la región centro de Tamaulipas.
Ayer las autoridades civiles realizaron un recorrido por algunas áreas de nuestra región con el propósito de valorar el daño provocado por las lluvias y algunas ráfagas de aire, y salvo dos que tres viviendas que resintieron los efectos del temporal todo lo demás se encuentra en buen estado, aunque algunos caminos de terracería se vieron algo afectados por el fuerte chubasco, lo que nos permite atraer la atención de las oficinas del ramo para que inicien la reconstrucción
y manden los apoyos correspondientes, pues hubo familias que lo perdieron todo.
Finalmente déjenme enterarlos de que con motivo de la larga sequía hubo gente, sobre todo la religiosa, que elevaron sus plegarias al cielo para que El Señor y su sagrada familia nos enviaran un poco de lluvia, solamente para el gasto, esperando no se nos vaya a chiflar y los aguaceros los convierta en huracanes.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.