Después de ser una auténtica revelación electoral al llegar a la presidencia de la república en tan sólo cuatro años, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se topó con la maquinaria cabecista en Tamaulipas y se llevó una estrepitosa y dolorosa derrota en las urnas el domingo pasado.
¿Por qué perdió Morena en tierras del Nuevo Santander? Como todos los resultados adversos, el desastre electoral morenista tiene su origen en la conjugación de una serie de factores. Es decir, es multifactorial.
Primera causa de la derrota de la Cuarta Transformación en Tamaulipas: La profunda división interna.
Si bien los liderazgos morenistas estatales se encuentran confrontados en una brutal lucha de egos y eso tampoco favorece el avance de un proyecto presuntamente transformador en el quehacer político, el mayor pleito registrado en la 4T tamaulipeca fue importado del escenario nacional: Yeidckol Polevnsky contra Ricardo Monreal. La bronca de Puebla se trasladó a Tamaulipas.
Tras encabezar en 2018 la campaña presidencial lopezobradorista en los estados que integran la Segunda Circuscripción Electoral, entre ellos Tamaulipas, el actual cooordinador de la bancada parlamentaria de Morena en el Senado ejerció entre los militantes del morenismo un liderazgo que se extendió hasta la etapa previa de la selección de los candidatos a las diputaciones locales.
Ahí reventó la bronca interna: Yeidckol Polevnsky borró todos los acuerdos establecidos por Ricardo Monreal y sus operadores con miembros de la clase política estatal, sobre todo (ex) priistas, quienes querían consolidar un amplio frente opositor al gobierno estatal blanquiazul.
El problema de ese activismo opositor carecía de algo elemental en materia política: ideas. El único propósito de esos políticos, oriundos de diversos municipios de la entidad, era regresar al poder. Los morenistas fundadores enfurecidos reclamaron, se quejaron.
Esa fue la bandera que tomó Yeidckol Polevnsky para eliminar las negociaciones sostenidas por el grupo monrealista en territorio tamaulipeco. De un ‘plumazo’, literal, borró los nombres de los aspirantes mejor posicionados y más reconocidos en el mercado electoral.
Para colmo, la lideresa nacional de Morena ni siquiera designó como candidatos a las diputaciones locales a morenistas fundadores. El caso más ejemplar: Distrito 20, con cabecera en Ciudad Madero. La candidata Bertha Sánchez había apoyado tres años antes la campaña panista de Andrés Zorrilla a la presidencia municipal. El error se consumó el 2 de junio. La principal plaza de la 4T cayó en manos del PAN.
Segundo motivo de la derrota: El nombre de Andrés Manuel López Obrador no estuvo en la boleta electoral.
Morena es un partido que se rige bajo una tradición o costumbre política que le ha hecho mucho daño al país: Es una organización controlada por un solo hombre. Morena todavía no es un partido político. Es posible que nunca lo llegue a ser. Es un movimiento social -de ideología nacionalista- dirigido por una sola persona.
Si a esa persona no le interesa lo que ocurra con su partido en un estado del noreste del país, lo más seguro es que suceda lo del domingo pasado: el movimiento es aplastado por la maquinaria de un partido en el poder que es pragmático, que privilegia la ‘acción’ -palabra clave para entender al PAN- en la lucha electoral.
Parece que a Andrés Manuel López Obrador sólo le interesaba el resultado de dos elecciones: Puebla, por un asunto de orgullo y por una evidente e histórica confrontación ideológica con la sociedad poblana; y Baja California, estado que había sido gobernado por el PAN durante 30 años.
Bajo esa perspectiva, Tamaulipas quedó relegado de la óptica de quien rige la ruta de Morena desde Palacio Nacional. En otras palabras, los morenistas -sobre todo, los fundadores- fueron abandonados por el líder del movimiento que pretende convertirse en partido. La militancia quedó huérfana.
Tercer motivo de la estrepitosa derrota de Morena en el Nuevo Santander: La baja participación ciudadana. La escasa afluencia de votantes a las urnas, como se sabe, siempre beneficiará a los partidos que se encuentren en el poder. sean de derecha, izquierda o de centro, en el plano federal, estatal o municipal.
Como se había diagnosticado en esta columna, la elección por la renovación del Congreso del Estado sería fría. La participación ciudadana, como se pronosticó, fue del 33 por ciento. El abstencionismo fue la constante, producto de una sociedad pasiva. En 2018, con la contienda por la presidencia de la república en las boletas, la asistencia a las urnas rebasó el 60 por ciento.
Cuarto motivo de la caída dolorosa de Morena: La aceitada maquinaria del viento del cambio cabecista hacia adelante en el estado.
Al constituirse, todos los partidos políticos buscan el poder. Al conseguirlo, el objetivo principal es no perderlo. Eso lo hizo el PRI durante más de 80 años en Tamaulipas. Eso es lo que hizo el cabecismo en su elección intermedia: no perder el control del Congreso del Estado. Ejerció su poder e influencia con los recursos que tuvo a la mano. Fue implacable.
Quinto motivo de la derrota de Morena: El poder desgasta. Aunque no lo quieran reconocer sus fans, Andrés Manuel López Obrador registra una gradual pérdida de su popularidad con el ejercicio del poder presidencial. La toma de decisiones es cuestionada. El aprendizaje del equipo en el gobierno federal es, por decir lo menos, criticable ante las numerosas ocurrencias. ‘Las mañaneras’ también cansan.
Ese escenario, el desgaste que sufre la Cuarta Transformación en el ejercicio del poder, será aprovechado por la oposición mejor constituida en la actualidad, es decir, por Acción Nacional.
Existen, por supuesto, otros factores que llevaron a Morena a la derrota en Tamaulipas, pero esas fueron las principales causas de la caída electoral de un proyecto social que se diluye en la figura de un solo hombre.