José Narro Robles fingió que iba a competir por la presidencia nacional de lo que queda del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Montado en la simulación de portar la bandera del cambio en el priismo, el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ocultó su real intención: renunciar a su militancia y, por tanto, abandonar su aspiración de presidir el tricolor antes del arranque de la competencia.
Si bien sorprende, el doctor Narro tomó la decisión de renunciar al PRI porque sabía perfectamente desde un inicio que no podía ganar la elección por la dirigencia nacional priista.
La victoria era inalcanzable para José Narro no sólo porque el padrón de militantes se encuentra, efectivamente, manipulado con el objetivo de que Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador con licencia de Campeche, gane el proceso electoral interno, sino porque el académico no cuenta con una base de militantes que respalde su proyecto.
Esa es la realidad del doctor: Carecía de presencia con los sectores y organizaciones, con las pocas estructuras que se mantienen fieles al Revolucionario Institucional.
Dedicado de tiempo completo a la academia, José Narro nunca hizo trabajo de campo. Su trayectoria está fincada en las aulas, en alguna que otra investigación en materia de salud y en la intricada vida burocrática de la UNAM, institución en la que llegó a la cima.
De hecho, su reciente gira por varias regiones del país (visitó Tampico ‘de entrada por salida’) fue la primera ocasión en que se reunía con militantes del partido. Nunca había hablado con la militancia de provincia.
En tierras jaibas apenas logró juntar a una docena de priistas, entre ellos Roberto González Barba (que le tenía una fe casi ciega), Gina Barrios, Francisco Bolado Laurents, Elsa Vázquez Borrego y Ricardo Garza Narváez (el único candidato a diputado local que asistió -los demás le sacaron vuelta-).
Con su decisión, con su renuncia, José Narro Robles dejó ‘colgado de la brocha’ a Ramiro Ramos Salinas, ex líder del Congreso del Estado en la segunda mitad del sexenio de Egidio Torre Cantú.
Coordinador de esa visita del ex rector de la UNAM a la región huasteca, Ramiro Ramos, oriundo de Nuevo Laredo, aspiraba a formar parte del nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI y tener una cartera en donde cobrar. Ahora se queda en el limbo.
En el colmo del cinismo, el doctor Narro dijo que Alejandro Moreno tiene el apoyo del ex presidente Enrique Peña Nieto, cuando en realidad es el ex secretario de Salud quien recibió la bendición del jefe de la banda, perdón, del Grupo Atlacomulco.
Lo que sí es muy cierto es el apoyo que Andrés Manuel López Obrador ha dado al gobernador con licencia de Campeche para que llegue a la presidencia nacional del PRI. Por algo, a ‘Alito’ ahora le dicen ‘Amlito’. Ahí no hay simulación, es patente y evidente el respaldo desde Palacio Nacional.
José Narro simula ser un Bernie Sanders a la mexicana, pero en realidad está muy, muy, muy lejos de ser un personaje que haya sido crítico del sistema político. Su credibilidad es medida en la proporción de haber sido secretario de estado en el gobierno de Peña Nieto y subsecretario en el sexenio de un tal Carlos Salinas de Gortari.
Al renunciar, José Narro permite que Alejandro Moreno gane la presidencia nacional del PRI con mayor facilitad. La elección será un trámite. ‘Política ficción’, diría ‘el padrino’ de Luis Donaldo Colosio, el capo de la tecnocracia Carlos Salinas.
SE VA POR CONFLICTIVA
América Sandoval Morales nunca entendió la oportunidad laboral que recibió y nunca aprendió a trabajar en equipo y, por esa razón, causó baja de la dirección operativa de protección animal del Ayuntamiento de Tampico.
De personalidad conflictiva, siempre en busca de ‘broncas’ hasta en las redes sociales, la ex regidora perredista nunca comprendió la responsabilidad de su función en el gobierno municipal.
Lo peor de todo es que difícilmente recibirá una oportunidad laboral igual en el servicio público, donde ya quemó su escaso crédito.
Proveniente de las filas de Tránsito en calidad de agente o patrullera, la vida de América Sandoval dio un giro a partir de que fue regidora del PRD, una concesión otorgada por el entonces grupo hegemónico en el sol azteca encabezado por Alberto Sánchez Neri y Cuitláhuac Ortega Maldonado, con quienes también se peleó y se distanció.
Otro ex regidor que ya causó baja en la actual administración municipal porteña es el ex priista Abel López Pacheco, supuesto elemento ‘distinguido’ de lo que fue el Movimiento Territorial (MT). La realidad es que el susodicho nunca le echó ganas a la chamba asignada y le dieron las gracias.