Junio se recordará como el mes en que Estados Unidos y México finalmente «se pusieron las pilas» para encarar de una vez por todas el problema del flujo migratorio descontrolado que veníamos observando en los últimos dos años.
El campanazo de advertencia que diera Trump hace unas semanas, en el sentido de comenzar a imponer una serie de aranceles progresivos a productos mexicanos, fue sin duda el «punch» decisivo para arrancar una serie de medidas pragmáticas con el fin de abordar este polémico tema multinacional.
En tan solo unos días hemos visto una serie de acciones precisas y contundentes de parte de ambos países. En lo que respecta a México, destaca el despliegue de fuerzas militares y de la Policía Federal en la frontera de Chiapas con Guatemala que hasta cierto punto han podido contener —y devolver— a cientos de migrantes que tenían el objetivo de llegar al Río Bravo.
También sobresale las acciones que se están tomando en toda la frontera con Estados Unidos en donde efectivos militares intimidan, como hemos visto en fotografías, a los migrantes a no cruzar el Río Bravo o treparse por las mallas de Baja California. Es decir, la respuesta táctica ya no solo se da del lado norteamericano sino comienza a implementarse del lado mexicano, en sus puntos fronterizos del norte y del sur.
La desesperación, sin embargo, nadie la puede detener. Tan solo esta semana en el Parque Anzaldúas se encontraron los cuerpos de una mujer y tres niños que murieron deshidratados en el paraje conocido como El Rincón del Diablo. En la frontera de Brownsville y Matamoros, también murieron un adulto y su hija procedentes de El Salvador quienes fallecieron en el intento de cruzar el río y cuya foto ha dado vuelta al mundo.
Del lado norteamericano el problema se ha complicado en cuanto a las condiciones de alimentación y salud. La agencia de noticias Prensa Asociada (AP) reportó que las autoridades migratorias han empezado por fin a atender la situación de crisis que se vive, por ejemplo, en las instalaciones de resguardo de migrantes localizadas en el oeste de Texas.
Un grupo de abogados, reportó la AP, pudieron constatar el fin de semana pasado cómo niños migrantes de mayor edad tenían que cuidar de los más pequeños en condiciones casi infra- humanas. La Border Patrol pudo constatar el hecho y decidió reubicar a más de 300 niños que padecían estas condiciones en un centro migratorio texano.
Todas estas acciones revelan la magnitud de la crisis que se venía agudizando a través de estas semanas. La cooperación y estrategias mostradas en este cierre de mes de junio demuestran sin duda una voluntad para tratar de controlar y reducir el flujo migratorio y actuar en los casos de migrantes que ya se encuentran en Estados Unidos.
En lo que se resuelve y se oficializa que México actuará como «Tercer País Seguro» —una medida que seguramente se dará— se ha decidido por lo pronto que algunas ciudades fronterizas como Nuevo Laredo se conviertan en «estancias temporales» para resguardar a migrantes que han pedido asilo en Estados Unidos, pero cuyos casos se encuentran en revisión y proceso.
Es decir, Trump le ha dicho a López Obrador: «Ahí te los encargo México, tantito… tantito… en lo que vemos sus expedientes acá».
Esta programa binacional ya tiene nombre. Se llama «Protocolo de Protección a Migrantes» y Nuevo Laredo será sede recibiendo hasta 200 solicitantes de asilo diariamente a partir de este fin de semana, según indicó el alcalde de ese puerto fronterizo, Enrique Rivas.
«Es un tema humanitario que en la medida de nuestras capacidades estaremos atendiendo», dijo Rivas. «Pero el gobierno federal deberá responsabilizarse al ser ellos quienes tomaron esta decisión».
El alcalde ciertamente toca otro punto relevante a resolver y del que se han quejado otros tantos funcionarios fronterizos: la falta de coordinación con las autoridades federales para enfrentar este tipo de casos a nivel local y regional, así como la falta de asignación de fondos rápidos para gestionarlos.
Es de aplaudirse el esfuerzo tanto de México como de Estados Unidos para unirse y trabajar juntos. Ahora toca al Gobierno Federal voltear a estados como Tamaulipas y proveer de recursos humanos, técnicos y económicos para actuar en programas como el «Protocolo de Protección a Migrantes» y la parte que corresponderá a los estados con la inminente llegada del programa más ambicioso de todos: el de «Tercer País Seguro».