Cronistas e historiadores coinciden al apuntar que en nuestro país la muerte se recuerda de distintas formas, en centro y sur las ceremonias a los muertos están más arraigadas entre los vivos, se les honran con majestuosos altares, llenos de color y aroma, acá en el norte, poco a poco y desde las instituciones públicas se intenta recuperar la identidad nacional de estas tradiciones; se festeja el Halloween, pero se deja espacio para la celebración a los muertos con catrinas y altares.
Sin puente, ni fin de semana largo, la mayoría de la gente acudió a honrar a sus muertos en los panteones, se oficiaron misas y elevaron oraciones, al tiempo que con celular en mano, dejaron constancia de su asistencia a las tumbas, fotos y selfies familiares para los más vivos, sin embargo en el México de contrastes donde hasta nos reímos de la muerte, miles de madres y padres de familia de desaparecidos siguen su marcha sin consuelo ni justicia y no pudieron cumplir la liturgia. No tienen, ni la certeza de la muerte.
Para los familiares de las víctimas no hay conmemoración, ni tradición que les de paz. La costumbre de su tiempo es seguir clamando por justicia.
Para las muertas en feminicidios no hubo discursos, quizás sea mejor así, porque con la banalidad de las palabras de funcionarios y políticos, no se pueden sustentar acciones de freno a la violencia hacia la mujer y alto a asesinato de mujeres, porque no mueren, las matan.
Hasta en la muerte, dos mundos diferentes, hubo quienes celebraron con algarabía el día de muertos y quienes que claman por justicia, verdad y reparación del daño en el día de muertas.
En la CDMX el presidente Andrés Manuel López Obrador se paseó con las autoridades capitalinas en el mega altar de muertos en el zócalo, instalado y cercado para la conmemoración del 1 y 2 de noviembre y el lucimiento institucional de la 4T. Este fin de semana, también lo aprovecho el presidente para encender las redes sociales con su fabula del rey y las ranas, la distracción política tuvo más foco que las exigencias feministas.
Hasta ahí, el día tres, llegaron los contingentes de mujeres encabezados por Frida Guerrera, el padre Solalinde e integrantes de colectivos Ni Una Más y Voces de la Ausencia, instalaron unas cruces grandes y moradas, donde los familiares de desparecidas y asesinadas colocaron sus nombres y sus fotos, “porque tienen rostro y tienen nombre y no son estadísticas” “porque no murieron, fueron asesinadas” señalaron.
Fue fecha memorable para apuntar que van ya cerca de tres mil homicidios de mujeres en lo que va de este 2019. “ni perdón ni olvido, castigo a los asesinos” fue la consigna.
En la búsqueda de visibilizar el feminicidio, queda claro que no habrá flor, oración o altar que honre a las muertas, sino hay justicia.