De entre los tamaulipecos que de alguna manera incidieron -o intentaron- en la confección del presupuesto, destaca uno que no necesariamente influyó positivamente en favor de los intereses de la entidad.
El Secretario de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, Erasmo González Robledo, el único diputado federal morenista de Tamaulipas, aunque con sangre tricolor, fue pieza clave para que la propuesta del Ejecutivo pasara casi intacta por todo el proceso legislativo hasta aprobarse en una sede alterna por la ola de protestas que desató.
El pupilo de Lupe González Galván, obsesionado permanentemente con la alcaldía de Madero, no se sonrojó al presumir en sus redes sociales su participación en la discusión al interior de la Comisión, y su voto a favor de un presupuesto que a todas luces lesiona las finanzas del estado y de sectores productivos tan importantes como el campo.
Ahora, a Erasmo le tocará dar explicaciones a sus votantes -es un decir, los que votaron por la 4T en el sur- y hasta al alcalde de su terruño, que en más de una ocasión externó la necesidad de mejorar el presupuesto para los municipios.
Por cierto, el episodio del PEF 2020 que ya se aprobó, seguirá dando mucho de qué hablar: ayer mismo, la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional lanzó un duro comunicado cuestionando el reparto presupuestal, como ya lo había hecho desde la semana pasada Francisco García Cabeza de Vaca.
La GOAN utilizó adjetivos como “dramático” e “inaceptable” para referirse a la distribución del gasto público para el año próximo. Los mandatarios panistas advierten que los recortes contribuirán a frenar aún más el crecimiento y el desarrollo.
En medio de esta polémica y un reclamo que parece justo, surgen algunos efectos colaterales de la agresiva disminución de recursos: en algunos municipios de Tamaulipas (bastantes en realidad) habrán encontrado la excusa perfecta para justificar su pésima planeación financiera y la falta de compromiso para cumplir lo que prometieron en el verano del año pasado.