Los primeros días del año siempre son una buena excusa para hacer un balance sobre lo ocurrido en el pasado, y de paso lanzar al mundo un cúmulo de buenos deseos para los días por venir, aún con la conciencia plena de que casi nunca pasarán de eso.
Contagiados por el buen ánimo que a algunos (pocos, para decir la verdad) les ha traído el #2020, nos atrevemos a proponer una lista de propósitos, aspiraciones, objetivos, sueños guajiros. El lector sabrá cómo calificarlos.
-Que una poderosa epifanía le permita al presidente López Obrador cambiar de opinión y afloje un poco la cartera nacional, para que a Tamaulipas le lleguen más recursos.
-Para los grupos criminales, un fuerte regaño familiar o lo que sea necesario para que bajen las armas y le den un respiro a la ciudadanía.
-Que por fin llegue al estado la dichosa Guardia Nacional, o más bien, que los que ya andan por aquí, le entren al trabajo duro.
-Para Victoria -se vale soñar- una obra que por fin permita a todos los habitantes de la ciudad tener agua constante, y, aunque ya se hayan encariñado, puedan dejar la costumbre de bañarse a jicarazos.
-Si el asunto de Irán no lo distrae demasiado, que Trump y López Obrador lleguen a un buen acuerdo, para que las ciudades fronterizas puedan descansar de la crisis migratoria.
-Que aunque sea por una vez, los partidos políticos se tomen en serio su papel, y preparen una elección decente para el año entrante, con candidatos que nos hagan olvidar los desfiguros del pasado.
-Que el INE, IETAM y demás implicados, entren en razón y nos perdonen el bombardeo anual de spots políticos.
-Que en el Congreso, panistas, morenistas y priístas, se contagien con los deseos de armonía de inicio de año, y como es mucho pedirles que se pongan de acuerdo en algo, por lo menos aguanten una sesión sin sus ya célebres recordatorios maternales.
Al final, usted puede agregar los que considere importantes. De todas formas, ya sabe, lo más seguro es que no se cumplan.