Pobreza, embarazo infantil, carencia alimentaria, brecha educativa y en el uso de las TICs, maltrato, trabajo forzado y sin paga y violencia de género son algunas de las marcadas desigualdades sociales que viven las niñas de esta era.
En la conmemoración del Día Internacional de la Niña, marcado cada 11 de octubre, la ONU nos recuerda la enorme deuda histórica de los Estados con las menores.
En este 2020, nombrado como el año “generación de la igualdad”, el lema para visibilizar las problemáticas que enfrentan las infantes en todo el mundo es “Mi voz, nuestro futuro en común”.
En ocasión de la efeméride la CNDH reconoce que en México del 2015 a 2019 se han registrado 325 feminicidios en niñas.
En otro dato y con base a la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, se cita que tan sólo en 2016, 2 de cada 3 quinceañeras han padecido un episodio de violencia de género en su temprana vida. De acuerdo al Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, en 2018, 10 mil 420 niñas se convirtieron en madres.
El último censo en nuestro país registró una población de 38.5 millones de niñas, niños y adolescentes, que representan el 30 por ciento de la población total en la nación, sin embargo el panorama para las infantes mexicanas no es alentador, la discriminación y la falta de estrategias diseñadas que garanticen la protección de sus derechos sigue siendo una tarea pendiente en las políticas públicas con visión de género.
Cuentas oficiales como las del INMUJERES, CNDH y la Segob, así como muchas otras de políticos y políticas en campaña, publicaron mensajitos y pensamientitos por ellas, hicieron referencia a su derecho a la Seguridad, Paz, Educación sobre salud sexual y reproductiva, Educación de calidad, a No ser objeto de discriminación, entre otros, pero en la práctica de la gobernanza nadie hace nada por ellas.
Las cifras oficiales, que distan mucho de las reales, así lo documentan. En el caótico año pandémico, las niñas y los niños están atrapados en casa, muchos han perdido la continuidad escolar y otros tendrán afectaciones en la salud física y mental, son los más vulnerables a la violencia intrafamiliar y a las secuelas por los cambios de hábitos sociales.
Pero no hay programas y acciones que se estén implementando para ir paliando estás problemáticas. Si han sido disminuidos los recursos públicos para las mujeres, a los infantes le va peor.
Hace 25 años, en la cuarta Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing también se presentó una agenda diseñada para fomentar la igualdad y el pleno acceso a todos los derechos humanos de las niñas, las naciones se comprometieron desde entonces a trabajar más por ellas, pero es claramente una promesa incumplida, y ahora deben replantearse las medidas.
Ya se ha advertido que la pandemia traerá graves retrocesos en los alcances por la igualdad de género, las niñas de hoy serán las mujeres del mañana y probablemente tendrán más obstáculos para su desarrollo pleno.
En las leyes, políticas y prácticas en todas las comunidades del mundo las niñas tienen más desventajas que los niños, a ellas se les siguen cerrado oportunidades en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, no por falta de talento, sino por su condición de género.
En la familia patriarcal se da prioridad al estudio y desarrollo pleno del varón sobre la mujer. Otro grave entorno que viven las niñas es la híper sexualización de su cuerpo y esta generalmente se ejerce desde casa, siguiendo modelos comerciales que ponen de moda.
Por ello se nos advierte que al privarlas de vivir plenamente su infancia, cosificándolas como mujeres sensuales, se contribuye a socavar sus cualidades y capacidades y se puede favorecer los abusos a menores.
Es tiempo de hacer conciencia sobre los graves problemas que les toca vivir, reconocer el adverso camino que tendrán que transitar y empoderarlas para que tengan a plenitud una niñez digna y un futuro igualitario.