La detención del general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional en el gobierno del priista Enrique Peña Nieto, acusado por narcotráfico y lavado de dinero, es una franca advertencia a los militares mexicanos, un sector que ha resultado beneficiado a manos llenas con obras por doquier y, por consiguiente, millonarios presupuestos en los dos primeros años del gobierno de la Cuarta Transformación.
Se entiende la razón de fondo por la que Andrés Manuel López Obrador ha cedido y concedido ante el poder del Ejército: de esa forma desactiva la posibilidad de que los generales se inconformen y organicen un golpe de Estado, en conspiración con los grupos afectados (tecnócratas, empresarios multimillonarios, televisoras, etc.) por la llegada de un gobierno que tiene otra visión de hacer las cosas. Es una jugada estratégica.
Es la misma razón por la que AMLO se pliega a las descaradas instrucciones del presidente de Estados Unidos, el fanfarrón Donald Trump, de detener las marchas de migrantes centroamericanos en la frontera de México con Guatemala. El señor de Palacio Nacional no quiere que los gringos, en particular el locuaz hombre de la Casa Blanca, le muevan el piso y lo tumben.
Congraciado con los generales, Andrés Manuel López Obrador planteó, al menos en el discurso desplegado desde la campaña, una estrategia distinta para enfrentar a las organizaciones criminales del narcotráfico: ‘Abrazos, no balazos’.
Ya en el gobierno, ‘El Culiacanazo’, el operativo fallido para detener a Ovidio Guzmán, hijo del famoso y legendario narco ‘El Chapo’ Guzmán, el gobierno de la 4T confirmó que antes que ‘tirar bala’ a diestra y siniestra, prefería ‘negociar’ y evitar bajas civiles.
Salvo el caso de la aprehensión de ‘El Marro’, líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, que tuvo la ocurrencia de amenazar vía mantas y cartulinas al presidente de la república, pocos han sido los casos de jefes de la mafia detenidos en operativos de las fuerzas militares y de seguridad pública.
De acuerdo a algunos analistas especializados en los temas de seguridad, esto no ha gustado a una dependencia norteamericana en especial: la Administración Federal Antidrogas (DEA), la agencia creada en 1973 por Richard Nixon para combatir la lucha contra la distribución, venta y consumo de los narcóticos. Una guerra, a todas luces, perdida a nivel global (pero ese es otro tema).
Desde entonces, Estados Unidos, a través de los agentes de la DEA, puso contra las cuerdas a los gobiernos mexicanos, sexenio tras sexenio, hasta llegar, en los ochentas, al escándalo del caso Camarena, donde el nombre del entonces secretario de la Defensa Nacional, Juan Arévalo Gardoqui, salió salpicado por recibir presuntos sobornos millonarios del Cártel de Guadalajara, comandado por Miguel Ángel Félix Gallardo.
El cruento asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, derivó en la detención de los narcos Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y, posteriormente, a principios del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, de Miguel Ángel Félix Gallardo, quien fuera protegido por aquellos que disputaron el poder a los tecnócratas.
Otro personaje fue detenido en ese caso donde hasta la CIA estuvo involucrada: Rubén Zuno Arce, cuñado del ex presidente Luis Echeverría, quien conocía los oscuros secretos del sistema político mexicano desde que comenzó a trabajar en la Secretaría de Gobernación bajo el mando de Gustavo Díaz Ordaz en el sexenio de Adolfo López Mateos.
Según Guillermo Valdés Castellanos, ex director del CISEN, el Cártel de Guadalajara contó con la protección de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), a cargo de Javier García Paniagua, a principios del sexenio lopezportillista.
¿Quién es -era- Javier García García Paniagua? Era hijo del general Marcelino García Barragán, ex gobernador de Jalisco y secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz.
Además, Javier García Paniagua es padre de Omar García Herfuch, actual secretario de seguridad pública de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y quien hace unos meses, de manera milagrosa, sobrevivió a un atentado… perpetrado por un ‘nuevo’ cartel con sede en Jalisco.
Como se observa (en una rápida y breve revisión), a lo largo de la historia del sistema político mexicano, los generales siempre han estado involucrados o vinculados con las mafias en turno. Es un nexo prácticamente imposible de romper.
Los poderes fácticos (entre ellos, las organizaciones criminales) imponen condiciones no solo en México, sino en todos los países del mundo (el caso de Donald Trump y sus relaciones con los propietarios de los Casinos que operan en Las Vegas y Atlantic City es digno de analizar y revela cómo hasta la supuesta nación más democrática del planeta es vulnerable a la fuerza y ambición de los florecientes negocios ilegales).
Andrés Manuel López Obrador deberá poner especial atención al mensaje de la DEA con la aprehensión del general Salvador Cienfuegos. Es más que un mensaje: tiene el tinte de una seria advertencia.
Estados Unidos, como suele ocurrir sexenio tras sexenio desde 1973, cuando Nixon creó la Administración Federal Antidrogas, presionará a México para que actué con más fuerza en contra de las organizaciones criminales. Para los gringos, es fundamental mantener ‘la guerra contra las drogas’ como pretexto intervencionista en las decisiones que se toman de este lado, en el poco dichoso ‘patio trasero’ del vecino distante.
Es, ante todo, una advertencia para los generales del Ejército. Ya cayó un ex secretario de la Defensa Nacional. En el futuro, puede caer otro.
EL APOYO DE JAIME TURRUBIATES A CARLOS FERNÁNDEZ
Conforme pasan las semanas, Jaime Turrubiates, ex alcalde de Ciudad Madero, reconfirma su respaldo y simpatía por el proyecto político del joven Carlos Fernández Altamirano.
En días recientes, durante un recorrido y sanitización en el parque de la Ampliación de la Unidad Nacional, donde se ubica ‘La Pirámide’, el empresario restaurantero expresó palabras de apoyo al director del Instituto del Deporte (INDE) en Tamaulipas.
‘Yo, la verdad, lo conozco de hace muchos años, es un excelente deportista y hoy lo está demostrando como un excelente funcionario público’, dijo Jaime Turrubiates al recordar la etapa en que, incluso, jugaron fútbol.
El ex alcalde de la urbe petrolera puntualizó: ‘Nosotros nos sentimos orgullosos por el trabajo que ha realizado en el Instituto del Deporte, creo que ha avanzado bastante y creo que tiene mucho que darle a los maderenses’.
Jaime Turrubiates es un hombre de negocios plenamente reconocido en Ciudad Madero y el sur de Tamaulipas. El empresario sabe lo que dice al hablar de los atributos y valores de Carlos Fernández Altamirano, virtual candidato del PAN a la presidencia municipal en Madero City.
Por cierto, Carlos Fernández Altamirano acaba de recibir su acreditación por cursar un seminario de Administración Pública Municipal en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). El joven se prepara para llegar con éxito a la jornada electoral de 2021.
Y PARA CERRAR…
Cada vez que ve a los dirigentes del priismo tamaulipeco, Alejandro Moreno, mejor conocido como ‘Alito’, pregunta por su amigo Arturo Núñez. Lo tiene muy presente. Por algo, Arturo, que también es un exitoso empresario, acaba de asumir la presidencia estatal del Movimiento Territorial (MT).