CD. VICTORIA, TAMAULIPAS.- La mañana apenas empieza a calentar y Don Pablo ya llegó a su acostumbrado lugar con su preciado (y pesado) cargamento.
No es dinero o metales preciosos lo que lleva, es algo todavía mas valioso y que cada vez son menos los valientes que se atreven a poseer: la llave para descifrar los misterios de la vida y del planeta, de las costumbres y de las leyes, de los deportes y la cocina, como diría aquel eslogan televisivo de los años ochentas “el tesoro del saber”, los libros.
Como cada dia, y desde hace quince años el hombre de aspecto amable y pocas palabras se estaciona en ‘la Hidalgo’ a pocos pasos de la calle once y del interior de su camioneta Mazda ’84 empieza a extraer decenas y decenas de libros con tapas multicolores los cuales desempolva y acomoda correctamente para mejor apreciación de los transeúntes
Son muchos los títulos que se despliegan sobre el cofre y la caja de la troquita Mazda, como: La producción del avestruz en México, Problemas de aprendizaje, Marketing Global, Sistemas de información gerencial, Introducción a la ética, Las fábulas de Esopo, El infierno de Dante, ejemplares de Selecciones del Reader’s Digest de los años noventas, y muchos mas.
Ya son 35 años en los que Don Pablo se gana la vida vendiendo libros. En un inicio, de casa en casa, ofreciendo desde enciclopedias, diccionarios y textos de apoyo académico hasta novelas y atlas.
El hombre recuerda la gran variedad de editoriales que distribuía, como Grijalbo, Porrúa y Larousse entre otras.
Podría resultar irónico que una persona como Don Pablo que solo estudió la primaria, haya podido hacer llegar a cientos o quizá miles de personas tal invaluable tesoro como lo son las letras impresas en tantos libros.
El vendedor de libros no puede evitar sentir nostalgia por aquellas colecciones majestuosas de 12 o 14 tomos que se transformaban en el tesoro familiar y que fungían como una fuente inagotable de conocimiento y placer a la vista, con sus entonces llamados ‘cromos’ y fotografías espectaculares.
“A veces es bueno comprar aquel libro que en la juventud se deseó, es una manera de llenar ese anhelo, hay que darse la oportunidad de ser felices de esa manera” dice el ‘don’ al Caminante.
El rango de precios que maneja es ciertamente muy bajo: hay ejemplares que son verdaderas joyas pues sus casas editoriales ya no existen o solo hubo una sola edición del título y que solo cuestan ¡diez pesos!.
Y por ejemplo una enciclopedia temática de cuatro tomos de editorial Biblos que cuesta (uno de los precios mas altos) solo 150 pesos,
Actualmente con los sistemas de información y las redes sociales los textos en formato PDF están al alcance de un pinchazo en el teléfono, sin embargo, como dice Don Pablo, eso jamás podrá compararse con la experiencia de leer un buen libro, con el aroma de la tinta y el papel y que además es menos desgastante para la vista.
El vendedor de libros comenta que los ‘chavos’ de hoy no alcanzan a comprender lo que es una consulta en una biblioteca, investigar o documentarse de manera presencial. Y como ejemplo práctico esta la reciente serie de apagones que experimentó el país. Sin luz y sin internet, los libros se convierten en la única esperanza de consulta real.
“Por ejemplo estas colecciones de educación física eran carísimas, sobre todo lo de medicina deportiva, esas en especial yo las anduve vendiendo en dos mil pesos, pero con el tiempo llegó el desuso de los libros impresos y su precio disminuyó mucho” comenta el vendedor.
Lo que mas se vende son las novelas, que ávidamente sus clientes frecuentes cazan “no duran” dice don Pablo, mientras acomoda algunos tomos de una serie de publicaciones sobre salud mental.
Los primeros clientes empiezan a aparecer y El Caminante se despide del mercader de letras. El dia va a estar caluroso y Don Pablo lo sabe, habrá que trabajar duro. Ojalá venda muchos libros, por el bien suyo y de la humanidad. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR: JORGE ZAMORA
EXPRESO – LA RAZÓN