Las evidencias son inobjetables: ha llegado a su fin el modelo de Instituto Electoral creado por el presidente Carlos Salinas de Gortari en 1990 para mantener las elecciones bajo control del gobierno a través de un organismo con consejeros ciudadanos articulados al régimen priísta.
El problema ha radicado en la ambición de todo presidente del organismo por convertir al Instituto en una especie de Ministerio de la Democracia como cuarto poder del Estado –como en Venezuela– y no en una oficina con la sencilla tarea de organizar elecciones federales.
El INE se ha llegado a poner por encima de la Constitución. Ahora mismo el consejero presidente ha amenazado con encarcelar al presidente de la república si no cumple un reglamento legal de elecciones, cuando la figura presidencial tiene muy claras las razones por las cuales podría procesarse.
La reforma electoral de 2014 que encumbró al consejero Lorenzo Córdova Vianello como consejero presidente fue producto de una negociación de las fuerzas políticas en el Congreso.
Ahora el consejero presidente del organismo está acotando la siguiente reforma electoral, a partir del criterio de que el régimen electoral quedará inservible en las elecciones de junio próximo.
Y ahí es donde Córdova Vianello se olvida de sus funciones y de sus limitaciones.
En una respuesta de Córdova Vianello a las críticas de Morena que anuncian una reforma electoral –desde su punto de vista, por supuesto, muy conocedoras del tema, pero expresadas a título personal– tres condiciones: saber para qué cambiar las reglas del juego, que haya una amplia discusión pública y que se genere el máximo consenso para su aprobación.,
Muy a su manera, Córdova Vianello volvió a descubrir el hilo negro: todas las reformas electorales han cumplido con esas condiciones y todas han estado limitadas por los grupos de interés que han impuesto al consejero presidente en turno, él mismo incluido en la reforma de 2014 que impulso el presidente Peña Nieto (del PRI) como parte del Pacto por México definido por el PRI y avalado por el PAN y el PRD.
Córdova Vianello quiere sorprender con lo obvio: todas las reformas a la ley y a la Constitución han salido, mal que bien, de esas tres condiciones: para qué cambiar, debate legislativo y aprobación mayoritaria. Las iniciativas de reformas en diferentes circunstancias impusieron condiciones del PRI, el PAN y el PRD. Ahora el consejero presidente quiere conducir un proceso de reforma electoral y del INE que le afecta porque podría pasar por su despido adelantado del cargo, puesto que su periodo termina en 2023.
Sin embargo, el proceso electoral de 2021 ha desguanzado al régimen electoral, ha convertido a dos consejeros electorales en una especie de consejo de Estado con autoridad penal inexistente y en comisarios electorales para aplicar las reglas electorales por encima de la Constitución.
El problema de las acciones de Córdova Vianello y Ciro Murayama radica en el hecho de que llevan un sentido contra Morena y contra el presidente López Obrador y contra el populismo que los dos consejeros consideran que Morena y el presidente representarían. Por ello es que el INE aparece como el onceavo partido electoral y la cabeza de playa de la alianza PRI-PAN-PRD y de Movimiento Ciudadano para parar la tendencia electoral de Morena.
POR CARLOS RAMÍREZ
@carlosramirezh