El 31 de marzo de 1947 un hecho de sangre provocó una crisis política en Tamaulipas. El director del periódico El Mundo de Tampico, Vicente Villasana González, fue asesinado a balazos en Ciudad Victoria por el jefe de la Policía del Estado, Julio Osuna Caballero.
El desafortunado incidente originó un gran revuelo no solamente en la entidad si no en todo el país. Los principales periódicos del Distrito Federal y de varias ciudades de provincia le dieron la más amplia difusión y presionaron a las autoridades para que esclarecieran los hechos y llegaran hasta el fondo del crimen.
Lo delicado y penoso de lo sucedido es que a causa de las severas críticas que meses atrás formulara el occiso contra el homicida y el gobernador Hugo Pedro González Lugo a través del medio de comunicación que dirigía, la prensa responsabilizaba del asesinato al propio mandatario tamaulipeco.
La agitación que esto trajo consigo alcanzó tales dimensiones que unos días después, el 9 de abril, los miembros de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que presidía el diputado Carlos I. Sierra, decretaron la desaparición de los poderes políticos de Tamaulipas.
Para la empresa editora no cabía ninguna duda: Julio Osuna había matado a Villasana para silenciar los ataques del periódico ‘El Mundo’ contra los funcionarios del gobierno estatal, aunque hubo voces que aseguraron
que el hecho había sido producto de un pleito personal aprovechado por el presidente Miguel Alemán Valdez para cobrarse una vieja afrenta a Emilio Portes Gil, cabeza del grupo político que dominaba entonces el Estado.
Unos meses antes del asesinato, el Sindicato de Trabajadores de Artes Gráficas emplazó a huelga al periódico de Villasana para reclamarle varias violaciones al contrato colectivo de trabajo, pero como este hecho coincidió con la andanada de críticas contra el Gobernador y sus colaboradores, muchos pensaron que se trataba de presiones ejercidas por el editor para obligar a las autoridades laborales a que emitieran un fallo contrario al gremio cetemista.
A partir de esa fecha arreciaron los ataques contra Hugo Pedro González: Un atraso en el pago de salario al magisterio, una pugna de transportistas, los problemas de los cañeros del Ingenio del Mante y la intervención del hermano del Gobernador como abogado defensor en
el juicio de un narcotraficante, entre otros problemas, sirvieron para que el El Mundo alentara la animadversión ciudadanía contra el gobierno y, real o artificialmente, creo un clima de agitación en la entidad.
El trato que el rotativo dio a esta información influyó tanto en el sentir popular que el día en el que el Mandatario Estatal asistió al Parque Alijadores de Tampico a inaugurar un nuevo campeonato de beisbol fue ruidosamente abucheado por la multitud.
Cuando los ánimos de la opinión pública estaban al rojo vivo, cayó la gota que derramaría el vaso. Villasana viajó a Ciudad Victoria, acompañado del apoderado legal Juvenal Castro, del auxiliar macanógrafo y luego destacado periodista del puerto, Ignacio Medina, y de una conocida dama cuyo nombre omitimos, para asistir a una audiencia de conflicto laboral que tendría lugar en la Junta de Conciliación y Arbitraje del Estado. El agresivo empresario periodístico se hospedó en el Hotel “Sierra Gorda” confiado en que el Gobierno era el principal interesado en velar por su seguridad y la de sus acompañantes, pero las circunstancias favorecieron la desgracia.
Un sujeto apodado “El Loco” informó en forma provocadora a Julio Osuna de la llegada del Editor a la ciudad, sin embargo, para infortunio de éste, en el momento en que le hiciera saber lo anterior el funcionario policiaco se encontraba ebrio y le pareció fácil reclamarle personalmente al empresario las agresiones formuladas contra él y el jefe del ejecutivo estatal.
Con este propósito se dirigió al hotel, obligó a la recepcionista que le facilitara las llaves y unos momentos después entró en la habitación 218. No se sabe a ciencia cierta lo que ocurrió a continuación sólo que el jefe de la policía había matado de certero balazo al director del influyente medio informativo.
La versión oficial señaló que fue un crimen político en el que se inmiscuyó al Gobernador, trató de involucrarse también al líder agrario Graciano Sánchez y al propio ex presidente de la República Emilio Portes Gil, pero los enterados aclararon que estas incriminaciones eran una maniobra de los alemanistas para desprestigiar a los seguidores del ex Mandatario ya que consideraban que el verdadero móvil había sido pasional.
El exgobernador Hugo Pedro González señala en su libro “Portegilismo y Alemanismo en Tamaulipas” que Osuna y Villasana habían tenido discrepancias no solo por los ataques periodísticos contra el gobierno, sino también por la disputa de los amores de la dama que precisamente se encontraba con el occiso en el momento que ocurrieron los hechos.
Aparentemente, Osuna no pensaba matar a su rival en amores si no únicamente recriminarle cara a cara su actitud contra él y contra González Lugo pero al ver que su ex amasia se encontraba con Villasana al momento en que entró a la habitación, perdió el control y lo asesinó. Se sabe que antes de este hecho el homicida y la víctima casi se liaron a golpes en pleno centro de Tampico.
Sean cuales hayan sido los móviles del crimen, las evidencias hacen suponer que el Presidente Alemán aprovechó el suceso para aniquilar
el poder político que tenía en Tamaulipas su adversario Emilio Portes Gil, enemistad que se había gestado 16 años atrás, en 1929, cuando
el tamaulipeco estaba al frente del gobierno del país y se negó a indultar a Miguel Alemán González, padre del veracruzano, que había sido sentenciado a muerte por un Consejo de Guerra, después de que se levantara en armas contra el Gobierno de la República.
Libre el camino político de los obstáculos del Portesgilismo y cobrado el agravio de su progenitor, Alemán Valdez impuso en la Gubernatura tamaulipeca a su amigo originario de Matamoros, el General Raúl Garate Legleú.
POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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