Amanece en San Fernando, algunos haitianos comienzan a salir del Centro de Convenciones y de una iglesia ubicada en la zona centro, los habitantes, que se encontraban conmovidos ante la situación de los inmigrantes, les llevan agua y alimentos para aguantar la odisea que les espera.
En el transcurso de la noche anterior y de la mañana del sábado, recibieron insumos como papel de baño, comida enlatada, ropa, carriolas, entro otros artículos que les servirían en su trayecto a Reynosa.
Conforme pasa la mañana, los sanfernadenses se siguen volcando con ayuda, desde frituras para los pequeños, tacos, hasta la comida que dijeron preferir: arroz, frijoles y pollo.
Poco a poco se empiezan a preparar para lo que viene, aunque ninguno de ellos toma el papel de organizador o dirigente, es así hasta que algunos ciudadanos y líderes religiosos, hablan con autoridades federales que les prometen poder cruzar el punto de inspección instalado en la “Y griega”, y que así puedan lograr su objetivo, llegar a la frontera con Estados Unidos en busca de una mejor vida.
Se llega mediodía y es cuando les dicen “es momento de partir”, empiezan a recoger las pocas pertenencias que trajeron de su país y otras que les fueron regaladas, y parten caminando en caravana rumbo a su primer objetivo.
Poco o nada sabían que hace 11 años, San Fernando estuvo en la mira de todo el mundo tras darse a conocer la masacre de 72 migrantes; ante su desconocimiento, algunos querían ayuda para permanecer en el municipio, trabajar e iniciar una nueva vida.
La mayoría, que decidió partir, hace varias paradas, donde los ciudadanos de San Fernando y el ejido Francisco Villa, les brindaron ayuda más allá de lo imaginable.
Y aunque se les advirtió a la población que no podían llevarlos en sus vehículos, por la posibilidad de que fueran acusados de llevar extranjeros ilegales, al poco rato el corazón hizo que se olvidarán de las leyes y los subieran a sus coches y camionetas ante el inclemente Sol de 34 grados pero con sensación de 39.
Aproximadamente dos horas después comienzan a llegar a la “Y griega”, donde esperan a que llegue el contingente completo, cerca de 300 migrantes de Haití y unos pocos de Cuba.
La tensión del momento se reflejaba en sus ojos ante la posibilidad de que los elementos de la Guardia Nacional o del Instituto Nacional de Migración los detuvieran.
Llega la hora de avanzar hacía el punto de revisión, no sin antes hacer una oración y encomendarse a Dios, se encaminan apresuradamente, los líderes religiosos se saludan con una autoridad del INM, mientras que por otro lado se escuchan gritos de “caminen, no les van a decir nada”, por lo que los haitianos caminan y entre gritos de “¡gracias México!” logran cruzar esa primer meta en Tamaulipas.
Ahora, les resta llegar a Reynosa y ver lo que las autoridades estadounidenses les dirán respecto a si pueden cruzar hacia “el sueño americano”.
Por Jorge Castillo Zúñiga
Expreso – La Razón