En México más de la mitad de la población es pobre, como resultado de la política neoliberal aplicada por los gobiernos priistas-panistas los anteriores seis sexenios, tiempo en que se privilegió la acumulación en manos de una minoría que no pasa de catorce magnates, entre los que cuando menos uno, ha tenido “el honor” de aparecer en las publicaciones especializadas, como el más rico del mundo. Carlos Slim es referencia obligada de las facilidades otorgadas por las autoridades para lograr tal distinción, sobre todo durante los regímenes de Salinas y Zedillo. A dicho personaje se le adjudicó a cómodo costo al parecer, la empresa pública Teléfonos de México y todo lo derivado, incluyendo el cobro de las llamadas de larga distancia que siempre fue un abuso hasta que el hombre se cansó de hacer dinero. Una de tantas concesiones y contratos que lo hicieron inmensamente poderoso, ¿bajo qué acuerdos?, eso nunca lo sabremos, aunque lo imaginamos.
Desde luego existen trece más que hicieron y recibieron lo propio, convirtiéndose lógicamente en los principales adversarios de la Cuarta Transformación y los que no hay duda, promueven la inestabilidad y el caos así como los ataques y ofensas contra las instituciones y contra AMLO y su familia.
En este sentido y en base a la investigación realizada por la Red Latinoamericana por la Justicia Económica y Social, el periódico La Jornada señala en su edición de este martes, que la riqueza de estos catorce magnates asciende a 150 mil 700 millones de dólares, considerando que es la mayor concentración del continente, excluyendo el imperio gringo.
Son estos ricotes los que siempre han señalado a AMLO como “un peligro para México” utilizando los más diversos medios bajo su influencia, que no se detienen para promover la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, sin importar las consecuencias. Todos hemos sido testigos de la ferocidad con que actúan los llamados grupos “anarquistas” que no disimulan el patrocinio de la derecha reaccionaria y fascista. Ocultan el rostro pero no las intenciones de dañar todo lo que encuentran a su paso, incluso la vida humana, porque para eso los contratan y pretextos no les faltan para destruir, y si no ha habido desgracias mayores es debido a la tolerancia de un gobierno popular y democrático incapaz de limitar o condicionar la libertad de expresión.
Aquí es donde los conservadores multimillonarios desean que las autoridades respondan en la misma forma que los provocadores, pero se han quedado con las ganas a pesar de los recursos invertidos. Ya sabéis que los ricos son mezquinos, aunque ahora parece que no se miden en la obsesión “de tumbar a AMLO” por medio de la violencia, sabedores de que la democracia no aplica en sus afanes elitistas y apátridas. Perdieron los privilegios pero mantienen la suposición de que México sigue siendo de su propiedad…pelaos estos.
LA HORA DE LA VERDAD
En el PAN tamaulipeco revisan y actualizan cuadros considerando el desgaste natural producto del ejercicio del poder. Es la razón de que algunos funcionarios, principalmente en la SET, dejen sus cargos para retornar al activismo partidista. Dicese que la presunta desventaja no los tomará desprevenidos y se preparan para salir airosos en el peor de los escenarios, y hay que creerlo porque la que se avecina será una guerra sin cuartel.
Mientras tanto en MORENA siguen enfrascados en dimes y diretes que cual flechas envenenadas se incrustan en la fragilidad de este partido sin pies, ni cabeza, mucho menos objetivos concretos para enfrentar el futuro. En este sentido todo queda a cargo de algunos que hacen de sus aspiraciones un coctel de contradicciones.
Rodolfo González Valderrama, al margen de que pueda ser mal o buen candidato a gobernador aunque desconocido, está más confundido que un oso hormiguero en el desierto. No sabe ni por donde entrarle a los grupos que simbolizan el alma social, y es normal cuando sus más caros anhelos para Tamaulipas se disolvieron en la vorágine de la gran metrópoli.
Sea que no le importaron más, hasta que nació la posibilidad de regresar como triunfante burócrata, sin embargo esta tierra ya no le pertenece porque “su mercé” está hecho a imagen y semejanza de chilangolandia.
Por su parte Américo Villarreal Anaya endurece el discurso pero nada lleva a confiar que lo haga con la sinceridad de alguien acostumbrado a batirse en el terreno de las ideas. No se le dan esta clase de batallas en las que seguramente no imaginó participar. Pero ya seguiremos.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA