Desencantados, pero sobre todo desesperados, porque, a pesar de la estrategia del golpeteo mediático a que han sometido a López Obrador y Morena no ha mellado la popularidad del Presidente de la República, los integrantes de la oposición no saben qué hacer para convencer a los ciudadanos de que las propuestas de la alianza del PAN con el PRI y el PRD son una mejor opción de gobierno que la de la 4T.
Como les sucedió en el pasado con la famosa diatriba electoral de que AMLO era un peligro para México, que ahora cambiaron por la de que el partido guinda es una desgracia para el país, tampoco les ha dado resultado. El triunfo de la Cuarta Transformación y sus aliados en 13 de las 15 gubernaturas que renovaron los poderes en el 2021 es una muestra del fuerte respaldo social con el que cuenta la agrupación.
¿Qué podrían hacer entonces, bajo esas circunstancias, si no están en condiciones de sacar al partido obradorista de la presidencia en la sucesión de 2024, al menos crear una alianza competitiva y achicar la mayoría legislativa de los morenos?
La más reciente opción a la que pretenden echar mano los ideólogos opositores para frenar a la izquierda morenista es la de un proyecto en ciernes ideológicamente antipopulista y antineoliberal abanderada por un candidato único.
El problema que tienen que resolver, de entrada, para que sus planes políticos sean exitosos, es la falta de credibilidad.
Como se recordará, el Presidente Peña Nieto recurrió el 2012 al señuelo de “El Nuevo PRI” para que el tricolor regresara a los Pinos, lamentablemente, solamente sirvió para que los ciudadanos comprobaran que se trataba de una engañifa publicitaria y que, molestos y decepcionados, decidieran volcarse en las urnas en la contienda de 2018 para llevar a Palacio Nacional al nativo de Macuspana, que, por primera vez, ha realizado un cambio verdadero, no simulado ni cosmético como los de Fox y Calderón.
Si desde que empezó a aplicarse el modelo neoliberal en México, hace más de treinta años, tanto el PAN como el PRI han luchado para que los bienes, funciones y servicios del Estado pasen a manos de particulares y desecharon el de la Economía Mixta surgida de la Revolución Mexicana ¿cómo van a persuadir a los electores de que esta vez recurrirán, como afirman, a una tercera vía?
Tendrían que aprobar la reforma eléctrica y exigir que sea el Estado el que maneje no únicamente los energéticos sino la explotación recursos estratégicos como el litio que los neoliberales están tratando de acaparar, que todo indica que ni siquiera van a intentar pues, como es del dominio público, por los menos Acción Nacional insiste en que estos recursos deben ser manejados por empresas privadas.
Mientras se sabe en qué termina el proyecto opositor, la encuesta de Polls.mx sobre la intención del voto de los ciudadanos de cara a la disputa de seis gubernaturas que está en puerta, levantada entre el 5 y 8 de febrero de 2022, revela que, si en estos momentos fueran las elecciones, Morena ganaría Tamaulipas con el 59.1 por ciento de los sufragios, Hidalgo con el 52.1, Quintana Roo, con 53.7 y Oaxaca con 59.8.
EL PAN, junto con el tricolor y los amarillos, en cambio, triunfarían en los de Aguascalientes, con 54.4 puntos, y Durango, con 48.2 unidades. La misma consultora asegura que la aceptación del Presidente, a tres meses y medio de la jornada electoral, es del 63 por ciento.
Para concluir, en ocasión de la celebración del Día del Amor, un verso de Pablo Neruda: “En un beso, sabrás todo lo que he callado”.
Por JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
jlhbip2335@gmail.com