TAMAULIPAS.- Fue inútil, termine exhausta de decir una y otra vez a amigos y extraños “no me felicites”, nadie está de fiesta, no me presumas tu botón morado, no te enmascares solo por hoy, porque no, es no, y no hubo nada que celebrar, ni habrá pronto algo que festejar, no hay palabras que nos den consuelo sino vienen acompañadas de hechos que nos otorguen una vida plena libre de violencia a todas las mujeres.
Estamos de luto. Estamos endiabladas, enojadas y hartas, de que cada 8 de marzo nos pongan en la palestra, nos saquen en las fotos y nos otorguen las primeras planas de la prensa, también de que rolen en las redes sociales corazoncitos y moños morados, que como moda hasta algunas se calzan para estar en la onda. No, a mí me representa el negro que refleja respeto por las muertas, por la sangre derramada de mujeres que no debieron morir en las condiciones en que ayer murieron once, o mejor me visto de blanco, porque creo en la esperanza que ELLAS tenían por un mundo igualitario que las representará y no lo vivieron. Ni le alcanzaron las 24 horas al día para tanto evento conmemorativo a una fecha, que muchos organizadores ni entienden, teatros, auditorios y foros virtuales llenos de mujeres acarreadas para escuchar a otras mujeres que desde el privilegio narran sus vidas como historias de éxito, su logro basado en el estatus económico y no en intelectual o en el de lucha por los derechos de las demás mujeres. De nuevo colocaron en el templete famosas y famosos que intentaron, por fortuna sin conseguirlo, empatizar con algunas trabajadoras, ELLAS, las que si cumplen la doble y triple jornada, las que están pegadas en una oficina de 8 a 3 y deben sortear violencias machistas como un menor pago que los varones, el acoso laboral, el sexual, el de las propias compañeras que, con falta de sororidad, obedecen al patrón.
Las mujeres, que quizás hoy tendrán día libre, escucharon la versión blanda del día ocho de marzo.
La realidad se vivió más tarde, no fue bajo techo, ni en aire acondicionado, fue bajo los inclementes rayos del sol, en escalinatas de plazas públicas, con sonido y megáfono improvisado, sin viáticos, sin refrescos, ni camerinos, pocas cámaras, menos reflectores, pero con mucha más intensidad, ELLAS no fueron acarreadas, responden al llamado de su género, salen cada año en defensa de los derechos humanos de todas.
ELLAS, gritan los nombres de las que ya no están, se manifiestan contra el estado opresor y omiso, llevan pancartas con textos que marcan el repudio a las distintas formas de violencia, casi todas de negro, aquí no hay listones morados, están visibles en el puño levantado, paliacates rojos, como símbolo de freno a los feminicidios o verdes, en pro del aborto, tampoco calzan zapatillas, es mejor ir sin tacón por si hay que salir corriendo.
ELLAS, las activistas feministas que ayer tomaron las calles, las que sí me representan, están en lucha todos los días de su vida, no aparecen solo con las lunas de marzo, no se presumen en sus perfiles, ni buscan lucrar con el movimiento, son mujeres sororas, dolidas por tanta injusticia, algunas víctimas otras familiares de víctimas, pero todas con un objetivo en mente, frenar el México Feminicida que nos toca registrar, cambiar las hábitos machistas que dañan a todas, nombrar cada una de las violencias que sufren las mujeres para erradicarlas y tirar el sistema patriarcal, porque se va a caer, el patriarcado, se va a caer.
Antes de marzo, desde el año pasado, el grupo Editorial Expreso-La Razón abrió su espacio virtual a la agenda feminista y cada domingo presenta una sección que difunde la noticia con perspectiva de género, mi reconocimiento a esta empresa que me permite, desde estos espacios, nombrarlas a ELLAS, pioneros en el periodismo con visión de género, sacamos la nota de las mujeres de la página rosa o roja y la colocamos aquí, pugnamos por lo que a todas, todos y todes nos importa, una sociedad igualitaria.