TAMAULIPAS.- La desintegrada URSS y la actual Federación Rusa han invadido y agredido militarmente en siete ocasiones a varios países con pretextos diversos, combatir el terrorismo, respaldar movimientos separatistas y razones geopolíticas, entre otros, Finlandia en 1939, Hungría en 1956, Checoeslovaquia en 1968, Afganistán en 1979 y Chechenia en 1994.
En la era de Putín volvieron a invadir esta última en 1999, en 2014 se anexaron a Crimea y el 24 de febrero de 2022 penetraron en Ucrania. En el caso de Chechenia el objetivo fue asegurar el control el petróleo del Mar Caspio y de los oleoductos que lo llevan a Europa.
Los pueblos de América Latina han sufrido la misma calamidad, solo que acá los agresores no han sido los rusos sino los estadounidenses.
En el siglo XIX el gobierno de Estados Unidos agredió a los países del área en cinco ocasiones, en el XX en otras 43 y en lo que va del XXI ha financiado golpes de Estado y el derrocamiento de gobiernos que no acatan sus directrices, resultan incómodos o representan algún riesgo para los intereses políticos y económicos de Washington.
Los golpes de Estado del 2009 contra Zelaya en Honduras y el de 2019 de Evo Morales en Bolivia son los ejemplos más recientes.
En 1846, como ya es sabido, el gobierno estadounidense ocupó México y lo obligó a cederle más de la mitad de su territorio, intervención que condujo al genocidio de indígenas de Californio en la que fueron masacrados 300 mil aborígenes, y en 1854 la marina norteamericana bombardeó el puerto nicaragüense de San Juan del Norte solo porque el gobierno intentó cobrarle impuestos a un yate del millonario Cornelius Vanderbilt.
Lamentablemente, los excesos y abusos no terminarían. En 1955 encargó al aventurero William Walter representar los intereses de los banqueros Morgan y Garrison en Nicaragua al que luego impuso como Presidente, además de ayudarle a invadir El Salvador y Honduras, países en los que el magnate se autoproclamo asimismo Jefe de Estado.
Después los de 1901 cuando las fuerzas norteamericanas se apoderaron de la República de Cuba y forzaron al gobierno a incluir en la constitución una enmienda que les daba el derecho de intervenir en asuntos de la isla cuando lo estimaran conveniente, como ocurrió igualmente en 1904 en Panamá con la promulgación de la Constitución del país centroamericano.
En 1907 forzó a la República Dominicana a otorgarle la recaudación de los ingresos aduanales durante 33 años y tres años más tarde, en 1910, ocuparon Nicaragua para sostener al dictador Adolfo Díaz, en tanto que en 1914 atacaron el puerto mexicano de Veracruz, operación en la que murieron 300 mexicanos, en represalia por la detención en Tampico de varios soldados norteamericanos.
Los atropellos norteamericanos continuaron. En 1914 intervinieron en Haití para restaurar el orden, en 1924 hicieron lo mismo en Honduras para mediar en un enfrentamiento civil y al año siguiente lo repitieron en Panamá para acabar con huelga obrera.
Tres años más tarde buques de guerra bombardearon Nicaragua, ataque en el que perecieron 300 nicaragüenses, para buscar al guerrillero César Augusto Sandino y tras seis años de ocupación salieron del país, pero dejaron en el gobierno al dictador a Anastasio Somoza, como harían después en 1930 en Haití, con Leónidas Trujillo.
Pero eso no sería todo. En 1941 impusieron al Presidente Arias en Panamá, trece años después derrocaron al presidente Prío Socarrás en Cuba para llevar al poder al dictador Fulgencio Batista, mientras que en 1954 la CIA destituyó a Jacobo Arbenz en Guatemala, organizó un golpe de Estado en Ecuador y en 1964 depusieron al Presidente Goulart de Brasil para frenar la reforma agraria y la nacionalización del petróleo.
Militares apoyados por Washington tomaron el poder en Uruguay en 1973 y ese mismo año destituyeron al presidente de Chile Salvador Allende y entregaron el mando de la nación a la sanguinaria dictadura de Augusto Pinochet, historia que se repetiría en Argentina en 1976 con la del General Jorge Rafael Videla, que impuso un régimen de terror en el que fueron eliminadas a unas 30 mil personas.
Para aquellos que, no obstante, apoyan la política imperialista de los Estados Unidos, concluimos con una declaración hecha por el Presidente William Taft en 1912: “No está distante el día en que tres estrellas y tres franjas en tres puntos equidistantes delimitarán nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. El hemisferio completo de hecho será nuestro en virtud de nuestra superioridad racial, como ya es nuestro moralmente”.
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