TAMAULIPAS.- A poco menos de un mes que un incendio consumió alrededor de 300 hectáreas en los límites de Victoria con Guémez se aprecian grandes extensiones de pinos consumidos totalmente por el fuego.
El escenario es ristre con “lanzas negras” que sobresalen entre los cerros pelones a kilómetros de la capital Tamaulipeca, pero también a nuevos árboles se abren paso entre las cenizas.
Para contener el fuego, fue necesario el trabajo de 150 personas, 70 elementos de Guardia Nacional y SEDENA, otros 70 son ejidatarios de la zona y otro de CONAFOR y Protección Civil.
A más de mil 400 metros de altura sobre el nivel del mar, se ubica el ejido San Pedros del municipio de Guémez, donde a principio de abril se registró el incendio que amenazó con consumir el poblado a pocos kilómetros.
En un bosque con oyamel y pino, entre árboles que tienen más de 100 años, la regeneración natural se abre paso después de un incendio.
Tras el siniestro, los ejidatarios realizaron la limpieza de matorrales, hierba (chaponeo), y limpieza de materia orgánica como hojarasca (escarificación de suelo) para ayudar al bosque a recuperar las siete hectáreas que perdió.
Cuando una semilla se expone al calor generado por los incendios forestales la cubierta se rompe permitiendo que ingrese agua y los gases que son necesarios para que germine.
La mayor cantidad de ocasiones, las semillas yacen sobre una capa de ramas y hojarasca, lo que impide su contacto con suelo mineral, es decir; la tierra, donde encuentra condiciones idóneas para germinar y establecerse.
Cuando el fuego consume esa primera capa de materia orgánica, la semilla logra el contacto con el suelo fértil y comienza el ciclo que dará como resultado una planta que poblará el bosque y brindará servicios ambientales.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON